FUNK SINTÉTICO. Las piezas individuales son poderosísimas, de las gordas en el canon bowieano. El conjunto se hace largo, eso también. Maravillosas "Hallo Spaceboy" y, sobre todo, "I'm Deranged", pero el disco se sostiene sin ayuda, esa es la verdad.
Aquí nos encontramos a un Bowie reflexivo, sintético, siniestro y brutal. Un artista a la búsqueda constante de sí mismo, inconformista y torrencial. Usa la heterodoxia de Tom Waits y la cuchillada de la electrónica para construir estas atmósferas viciadas hechas para acompañar a una película ficticia que por suerte nunca se ha rodado. Otro disco con concepto por parte de este artista. Otro que se restriega en una distopía, no tan futurista esta vez, una realidad cruel como la vida misma.
En su alianza con Brian Eno casi dos décadas después de encontrarse en Berlín, el Camaleón perpetra un disco que atenta contra lo establecido. He mencionado a Waits pero quizás sería más coherente invocar al último Scott Walker, ese que con "Tilt" (1995) y "The Drift" (2006) ha escrito las más poderosas pesadillas postmodernas del cambio de siglo. Influyente o influenciado, poco importa, el aliento de la transgresión está por todo el disco. Escuchen por ejemplo "I'm Deranged" o "Wishful Beginnings" para apreciar el alcance de esta retroalimentación mutua.
He dicho antes que me parece un poco largo. Es cierto, pero la culpa no es del álbum, sino mía. Mía y de este mundo de locos que no me deja sentarme y disfrutar de una obra de arte imperfecta y ruín, y a la vez, de una elegancia infinita ¡Qué poco se ha equivocado este tío siempre!
★★★☆☆
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