jueves, 5 de enero de 2017

La vida, madre, la vida

Sí, a Miguel Hernández (Niño de Elche, 2013)

  
EX-FLAMENCO. Desde el golpe de esa portada roja sangre ya lo sabemos. Esto va a ser algo grande. Y lo es. El homenaje que Niño de Elche dedica aquí a Miguel Hernández supera lo anecdótico y alcanza unas profundidades poco comunes en proyectos de esta índole. No hay aquí pose alguna, ni intereses de ningún tipo, ni mucho menos pretenciosidades vacuas. El proyecto pretende y consigue poner en valor una figura que en otros países daría nombre a plazas y avenidas y cuya efigie sería representada en miles de estatuas y papel moneda. No aquí y sabemos las razones.

Miguel Hernández siempre ha sido incómodo para el poder. Vivo o muerto, su militancia, sus orígenes humildes, sus verdades, siempre han tratado de ser utilizados en beneficio propio de unos y otros. Y al final sus ideas acababan fulminadas por el olvido impuesto al no plegarse a dichos intereses. Niño de Elche consigue contextualizar todo ese aura y ese hambre actualizando el mito, un poeta que en nuestros días podría estar en primera línea de las manifestaciones, enfrentado a los antidisturbios, pegado al pueblo y a la tierra.

Para ello pone música a nueve poemas del de Orihuela y los desgrana con su voz, ese lamento eléctrico que hiela la sangre. La emoción que supura en maravillas como "Niño yuntero" o "Al verla muerta" es de puro escalofrío. Los cambios de tono en el no-estribillo de "Nanas de la cebolla" son tan incómodos como irresistibles. Arrimado al experimento, combina su flamenco libre con retales de jazz, metal, hip hop o ritmos latinos. Con esta vestimenta nos presenta un elenco impepinable de flamenco funerario, peteneras y soleares que deja tiritando. Por interpretación y por mensaje. Por música y por palabras.

Todo esto lo rodea de fragmentos de un texto biográfico de José Luis Ferris sobre el poeta recitados por diversas personalidades de la cultura. Y todos ellos realizan una labor excelsa poniendo voz a la vida corta e intensa del autor de "El rayo que no cesa" (1936). El tono es eclesial, como de homilía, en contraste brutal con el supuesto anticlericalismo del poeta. Las palabras se desgranan con potencia y mesura, con una entonación que exuda respeto y devoción por el hombre y su obra. Y además sirven de introducción perfecta para cada canción, cuya temática prologan para conformar de manera cronológica los momentos clave de la vida de este genio amputado.
 
El segundo disco del cantaor y activista musical es una muestra impresionante de su talento. Este "dispositivo híbrido" es de las cosas más emocionantes de los últimos tiempos, no sólo en lo musical. Acompáñenlo con el visionado del documental "Sobre MH" dirigido por el propio Niño de Elche y tendrán la visión completa de un proyecto artístico de enjundia. De los que emocionan hasta las entrañas y sólo podía estar envuelto en rojo. Rojo pueblo, rojo sangre, rojo vida.
 
★★★★☆
 
1 Narración José Luis Ferris 
2 Narración Manuel Gerena
3 Niño yuntero
4 Narración Pablo Guerrero
5 Al verla muerta
6 Narración Vicent Camps
7 Canción última
8 Narración Amancio Prada
9 Elegía
10 Narración Andrés Marín
11 Me sobra el corazón
12 Narración José Luis Ortiz Nuevo
13 La guerra madre
14 Narración El Niño de Elche
15 El cementerio está cerca
16 Narración González Lucini
17 Nanas de la cebolla
18 Narración Marcos Ana
19 Cada vez que paso
 
Total: 69 min.
 

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