CANCIÓN JAZZ. Robert Wyatt lo vuelve a hacer. Casi treinta años después de su obra maestra, "Rock Bottom" (1974), vuelve a lo más alto con un trabajazo donde vuelve a jugar con retales de jazz para confeccionar uno de los trajes más espectaculares de su profundo fondo de armario.
"Cuckooland" se vale de sonoridades familiares en el catálogo wyattiano pero no deja de ser novedoso después de un buen puñado de trabajos interesantes hasta lo indecible pero carentes de ese puntito adictivo que este sí tiene. Definitivamente ha conseguido armar un disco que no cansa en su monstrenco minutaje, todo un mérito que se agencia a base de melodías de nácar, ese sacar belleza sin refinar de la veta de lo raro y por supuesto valiéndose de su voz incomparable, un auténtico instrumento de viento más que compite y triunfa por encima de todas las cornetas, saxos y trompetas que pueblan una obra tremenda que copó las listas de lo mejor del año en las publicaciones más prestigiosas, Wire Magazine incluida.
Y esto a pesar de que no parecía haber grandes novedades respecto a su obra reciente. Una nueva portada obra de su inseparable Alfreda Benge, la cual también colabora en tareas compositivas, y colaboraciones de relumbrón. Nada nuevo bajo un sol que parece iluminar mucho más de lo habitual, el talento y el aura de Robert, los cuales dan una luz increíble a las guitarras de Paul Weller y David Gilmour y las voces de Phil Manzanera y Brian Eno entre otros monstruos.
No se puede dudar, estamos ante una de las obras imprescindibles de Robert Wyatt. Después de deleitarnos con su paso por Soft Machine y con una carrera en solitario intachable, consigue redondear una jugada que venía elaborando demasiados años ya. "Cuckooland" nace 33 añazos después de su estreno en solitario para imponer su ley. Uno de los discos del año 2003 y de la década. Casi nada.
★★★★☆
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