miércoles, 6 de septiembre de 2023

Aire sólido

Solid Air (John Martyn, 1973)

 

FOLK GASEOSO. Solid Air es el cuarto álbum de John Martyn en solitario, puede que su pináculo, un tratado detallado y elegante sobre la maestría de la guitarra acústica. Eso ya sería más que suficiente para colocarlo en su altar. Si fuera lo único que puede reclamar esta joya, que por supuesto no lo es.


En Solid Air se amontona la gracia por doquier. Más allá de su canción más famosa, la arquetípica "May You Never", derrocha arte por los cuatro costados en términos de composición, interpretación y atmósfera. No tiene igual en todos sus detalles. Los increíbles teclados de John 'Rabbit' Bundrick son clave a la hora de crear ese sonido envolvente como de gasa; el contrabajo de Danny Thompson es de otro mundo y quizá sea la contribución más importante en este sentido. Vean sin ir más lejos la canción titular y comprobarán a lo que me refiero. Uno de los mejores bajos jamás grabados.

Todo este colchón es el lujazo perfecto para que Martyn se recree y acaricie sus guitarras para registrar una de sus interpretaciones más impresionantes. Ya sea a la acústica o a la eléctrica, se sale. Da una lección magistral de contención, sentimiento, precisión y amor por el instrumento. Como su amigo Nick Drake, desaparecido año y medio después de la edición de este disco, y al que dedica el tema que lo abre. Compartió con él la pasión y la maestría, esa invocación arcana del sonido puro, ese que se arremolina alrededor de sus manos y sus labios, que se hace gas y agua y acaba solidificándose en volutas de plata. Ese aire sólido del que nos habla y que celebra. Eso que muy pocos conocen y casi nadie puede fabricar. 

A1 Solid Air 5:43
A2 Over the Hill 2:52
A3 Don't Want to Know 3:00
A4 I'd Rather Be the Devil 6:17
B1 Go Down Easy 3:34
B2 Dreams by the Sea 3:15
B3 May You Never 3:40
B4 The Man in the Station 3:50
B5 The Easy Blues 3:19
Total: 35:30

El hecho de que la primera canción y casi diría que el disco entero, por titularse igual, se lo dedique a un Nick Drake que no pasaba por su mejor momento nos dice muchas cosas. 

La canción parece hablarnos de lo inescrutable de la mente de su amigo, sumido como estaba en la depresión y hasta arriba de medicamentos. Ofrece un paisaje de comprensión ante la dimensión del problema y también es una mano tendida sincera y emocionante. Parece más un intento desesperado por ayudar que un lamento por el fatal desenlace que se avecinaba y que, dejemos a un lado el morbo de la profecía, nadie se esperaba.

Por todo esto estamos ante un documento de un valor incalculable, una auténtica crónica epistolar en forma de canción entre dos genios que se apreciaban y se admiraban de manera sincera y entrañable.

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