Los granadinos siempre han parecido muy conscientes de sus poderes. Por eso es loable que busquen la reinvención. Por eso no pesa ese instrumental llamado "124" que explora nuevos ritmos como premonición clara de la hondura que estaba por venir. Tampoco engaña la versión de Bambino, que aunque es apreciable por su falta de prejuicios, no acaba de ser lo redonda que debería. El resto de esta segunda parte naufraga de manera clara. Son cancioncillas que para un grupo acostumbrado a la excelencia son simplemente imperdonables.
Los Planetas arrinconan por un momento sus pedaleras galácticas para ofrecer un disco más sencillo y de sonoridades más limpias. Un disco que demuestra que son capaces de fabricar canciones sobresalientes aún sin todo su arsenal ampérico. Otra cosa es que consigan llenar todo un álbum de delicatessen semiacústicas. Aún así, no lo tiren a la basura. No llega a ser un error, sino más bien la paradiña antes de clavarla por la escuadra.
★★★☆☆
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