Release the Stars (Rufus Wainwright, 2007)
TORCH SONGS. El Tiergarten, Sanssouci y un trozo del Altar de Pérgamo en la portada. Berlín. La megalópolis convertida en excusa recurrente para un álbum, el quinto, que puede recibir el calificativo de correcto e incluso agradable, pero que no despunta en la obra del norteamericano. No dudo que su experiencia berlinesa fuera inolvidable y que esa más que probable historia de amor centroeuropea le calara hondo. Sin embargo no ha sabido plasmarla en algo adictivo para el oyente. El disco le ha quedado como ese reportaje de viaje de novios que puede despertar curiosidad y poco más en toda persona ajena a él. El entusiasmo de los novios difícilmente será compartido por las sufridas amistades que hacen el papel que se espera de ellas aguantando el tirón.
A pesar de las buenas intenciones, "Tiergarten" no puede transportarme a la exuberancia y la paz del pulmón del Mitte, así como "Sanssouci" es incapaz de contagiarme de la belleza y enormidad de los jardines y palacios de Potsdam, aunque casi lo hace. Es preciosa, eso es verdad, como también lo es el hecho de que sea la excepción que confirma esa regla que dice que Rufus se vale de las palabras más que de las melodías. Una pretensión loable pero que desplaza la obra al terreno de lo privado.
Lo que pasa es que Berlín tampoco lo es todo en el disco. Y el impulso que le da puede ser por momentos apetitoso. Lo es en su cadencia calmada y sutil, y lo es en algunos momentos de inspiración enorme. No es mucho ¿no? No, es solo suficiente para un disco que compite con "Rufus Wainwright" (98) por el dudoso "honor" de ser el "menos bueno" del neoyorquino. Será porque a estas alturas se le exige más por lo que pierde su última entrega, aunque yo creo que también sería batido en igualdad de condiciones.
El disco no tiene nada que ver con el Berlín decadente de Bowie o Reed, ni el del techno incansable, ni el del krautrock, ni el del "Achtung Baby" (U2, 91) que es hijo bastardo de todos ellos… No, este Berlín es el romántico, que también existe y merece ser contado, el de Unter den Linden y el barrio de San Nicolás. Pero la portada representa a uno de los gigantes destrozados por Atenea… Y eso no es un buen augurio. El fuego robado pero ¿para qué?
★★☆☆☆
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