White Ladder (David Gray, 1998)
POP INTIMISTA. David Gray toma el testigo de los cantautores británicos que dieron forma al género en los 60. Toma las referencias y las refina en su dormitorio con unos toques dulces que lo acaban arrimando al pop de consumo. El resultado reluce y parece increíble que este disco tan bien acabado haya sido grabado básicamente en su apartamento londinense. Lo que no quita que me parezca aquejado de esa anemia típica de un género que siempre veré más pensado para centros comerciales y películas pastelosas que para arrasarte el alma. Un comentario algo injusto, lo sé, a la luz del puñadito de momentos emocionantes que "White Ladder" atesora, que tampoco son tantos, la verdad.
Siendo positivos, y el disco se merece esa actitud, habría que alabar la finura de su acabado. Es importante el trabajo artesanal de sus arreglos, sus melodías y la interpretación de Gray, algo sosa, pero bastante auténtica en general. De todo esto se benefician los puntos álgidos, "We're Not Right", "This Year's Love" o "Sail Away". Cumbres más bien bajitas en una cordillera que no llega a rozar el cielo.
El disco fue todo un éxito en Irlanda, donde llegó a ser el disco más vendido de su historia. No sé si mantendrá el record y tampoco puedo decir que me sorprenda. El disco va que ni pintado para la idiosincrasia irlandesa, ese pueblo tranquilo (si no le tocan las pelotas, claro) que ama lo melodioso y lo poético por encima de todas las cosas. Un pueblo que no se harta de cantarle al amor y a sus dolores con guitarrita y poco más. David Gray, o su repertorio, encajan perfectamente en los pubs que abarrotan Temple Bar, el barrio más bullicioso y pintoresco de Dublín. El hogar soñado para imitadores con ganas de expresarse. Lo dicho, como anillo al dedo.
★★☆☆☆
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