BOSSA NOVA. Puede parecer fácil, pero no lo es. El equilibrio que Sérgio Mendes consigue aquí es fruto de años de entrega a ese nuevo sonido que él ayudó a convertir en una de las cosas más definitorias y más internacionales que ha dado Brasil al mundo.
Su segundo álbum con esos Brasil '66 que reclutara para invadir el mercado internacional (norteamericano principalmente) es un triunfazo en sutileza y elegancia. Un dechado de sensibilidad y seda que te transporta a una época dorada de fiestas nocturnas en veranos interminables. Un disco donde domina el inglés pero que no se olvida de ese sugerente portugués que tanto se agradece.
No veo traición aquí, no percibo que el carioca se haya vendido ni nada de eso. Cuando pongo esta música eso es lo último que me viene a la cabeza. Sí que noto, en cambio, sentimiento, una dulzura espontánea y vibrante y todas las virtudes que puedan surgir de la elaboración más cuidada y amantísima. Esa que algunos solemos poner en las antípodas de la autenticidad y con la que Mendes y los suyos nos dan en la boca para hacernos callar para siempre.
★★★★☆
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