Porque esta obra maestra iba a ser su primer disco como tal, considerado como algo propio en lo que volcó su personalidad de manera impagable. Así lo demuestra la libertad en una toma de decisiones que choca con la actual concepción de un disco. Tampoco era fácil en el 88 editar algo que oliese a música de cámara. Lo innovador ha salido caro muchas veces. Máxime cuando el disco aparentaba ser una mirada hacia el clasicismo más medieval. La portada así lo anunciaba. Las atmósferas así lo dejaban intuir. El resultado no.
Cuando entra la armónica por primera vez, junto a ese chirrido eléctrico, parece el anuncio del fin del mundo. Es el presagio de la avalancha sentimental que llena la cara A, un festín para los oídos y el alma. Tras esta pista única en tres movimientos (en el vinilo original al menos) no es de extrañar que la cara B palidezca algo a su lado, aunque sea ruín y mezquino achacarle algo. No se explica después de sumergirse en sus cuerdas, sus coros de iglesia, sus vellos de punta.
Talk Talk dejaron de ser un grupo de pop con Spirit of Eden para ser algo más. Un grupo que abandonaba las canciones a favor de un formato sin ataduras. A favor de la música. Y sin excesos épicos ni dramatismos de salón. Sabían administrar los desarrollos y el azúcar. En este disco más que en ninguno hasta la fecha. Sí, me temo que consiguieron lo que se propusieron. Así se fabrica una obra maestra.
★★★★★
Total: 41min.
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