THRASH METAL. Slayer tratan de seguir en su linea más dura tras una baja tan sensible como la de Dave Lombardo a las baquetas. Su sustituto, Paul Bostaph, se porta y hace que la ausencia duela menos. Se gana en precisión quirúrgica, aunque con una frialdad también de quirófano que hace que echemos de menos la pegada animal y el instinto asesino del de La Habana.
Con todo, es cierto que hay un cambio en el sonido del grupo. También puede ser cierta la queja de algunos miembros y muchos fans acerca del volumen al que se mezclaron las guitarras. Algo inferior a lo acostumbrado, tampoco lo veo como para echarse las manos a la cabeza.
Quizás lo más reseñable de este nuevo comienzo en la banda es precisamente lo poco reseñable que hay en un disco con pocas cosas que llevarse a la boca. Poco hay aquí que perdure en nuestra memoria. Si acaso el tema titular, épico e hiriente, y una falsamente melódica "Serenity in Murder", que tampoco es la panacea.
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