martes, 13 de noviembre de 2018

Sueño bicéfalo



Siamese Dream (The Smashing Pumpkins, 1993)
 

ROCK ALTERNATIVO

Su disco más redondo y equilibrado. Se las arreglan para sonar a la vez épicos y oscuros. Para sobresalir en los temas más agresivos y redondear baladas de órdago. Insuperable, al menos para ellos, supuso la constatación de que Billy Corgan era capaz de fabricar un clásico que pudiera jugar en la misma liga que sus ídolos.

Y eso que "Siamese Dream" no tuvo un parto fácil. Ahí estaban las ínfulas, nunca se fueron del todo, de su líder, sus fricciones con el guitarrista, las drogas del batería, y la falta de compromiso de la bajista. Un cóctel explosivo que no auguraba nada bueno. Parece que el plan con la nueva discográfica, la poderosísima Virgin, era reeditar con todo lujo de detalles y poder sónico su estreno, "Gish" (1991). Un plan que Corgan volatilizó con la propuesta de un disco totalmente nuevo, un artefacto donde iba a volcar sus fantasmas y la espesura de su alma atormentada hasta la náusea.

Lo raro es que aceptaran la propuesta. Y lo normal, lo que salió. "Today" habla de sus tonteos con la idea del suicidio, "Disarm" establece una peligrosa asociación entre el aborto y el desvalimiento del acto de crecer, "Cherub Rock" atacaba a la industria musical, y el tono del disco siempre es oscuro y melancólico, como la época que vivían como banda y como la situación personal del principal creador y alma del grupo.




Quizás por todo esto les salió una obra variada, honesta y, digámoslo, bastante kitsch. Un disco de postadolescencia en el que las guitarras rechinan, los ritmos se aceleran y ralentizan a voluntad y el sonido es tan enorme como pomposo. Aquí hay rastros de shoegaze, metal y rock progresivo, conatos de pop, almíbar y esputos ensangrentados. Un collage tan extremo que parecía imposible. El anuncio más claro de lo que iban a conseguir con una continuación aún más extrema. Un disco pensado para hacer pupita y quedarse en tus sueños por toda la eternidad. Otra cosa es que crezcamos y nos demos cuenta de que tal vez no hacía falta tanto llanto. Por mucho que nos siga gustando.

7.3

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