viernes, 25 de diciembre de 2020

Almas en frotación

Industrial Silence (Madrugada, 1999)

ROCK ALTERNATIVO. Estos noruegos han sido todo un acontecimiento en su país. Con solo cinco discos se convirtieron en auténticos mitos vivientes. Este es el debut y el más reputado, y tras su escucha, debo decir que no me extraña el éxito cosechado por los del condado de Nordland.

Un éxito lógico pero no sé si tan merecido. Por un lado, tienen la solemnidad eléctrica de Tindersticks, la liviandad melódica de Travis, Radiohead o Coldplay, y una tensión abisal que les ha granjeado el apelativo de los Bad Seeds boreales. Reconozco que Nick Cave, Johnny Cash y todos sus arcángeles oscuros se me aparecen en más de un momento de este disco, pero por otra parte, hay que admitir que tener todo eso suele ser sinónimo de no tener nada.

Una conclusión algo injusta ante los pelotazos explosivos que se esconden aquí. Joyas propias de exploradores más que avezados en los terrenos abruptos de las vetas de sentimiento más ignotas y profundas. Culpa, dicen de su líder, Sivert Høyem, auténtica fuerza motriz de la banda y culpable a partes iguales de sus glorias y sus fracasos más flagrantes. Porque de esto último también hay aquí, y me temo que no en poca cantidad. Ese es el problema con este disco y este grupo. El contraste tan criminal y nunca visto por mí entre las joyas, las canciones más crudas, y unas baladas y medios tiempos que se balancean peligrosamente en la melindrosidad más tibia.

No obstante, centrándome en lo positivo, llamaría inapelables a temas como "Beautyproof", "Higher", "Sirens", "Strange Colour Blue", "Salt" o mi favorita, "Norwegian Hammerworks Corp.". Temazos apabullantes, de esos de grupo gordo, los culpables de que regrese una y otra vez a este disco en busca de la solución a su enigma. Un rompecabezas irresoluble que me acaba frustrando siempre, pero que siempre vuelvo a desempolvar con la esperanza de desentrañarlo. O no. Quizás acabe suspirando inconsciente y secretamente siempre que acaba, vencido el terror ante la idea nefasta de comprenderlo alguna vez. Un disco de esos irrepetibles. Con todos sus problemas, creo que no hay tantos que se puedan jactar de ello.

★★★

1 Vocal 6:26
2 Beautyproof 3:57
3 Shine 4:12
4 Higher 4:46
5 Sirens 6:16
6 Strange Colour Blue 5:04
7 This Old House 5:07
8 Electric 4:51
9 Salt 4:51
10 Belladonna 4:18
11 Norwegian Hammerworks Corp. 5:26
12 Quite Emotional 4:28
13 Terraplane 4:06
Total: 63:48

Entre todas las referencias que maneja el grupo es unánime la de Nick Cave & the Bad Seeds. Eso es impepinable, pero marcando uno de sus extremos en ese grupo, el otro podría estar en la insustancialidad ultraligera de Travis, problemón irresoluble. 

Y si nos centramos en el extremo que nos gusta, tampoco querría olvidarme de influencias más que palpables y jugosas, que son las que pueden explicar mejor los momentos de pop llameante de la banda. Me refiero a gente tan gigantesca como The Triffids o, sobre todo, esos Echo & the Bunnymen que convirtieron en oro todo lo que tocaron en sus primeros años.

Una referencia ineludible para los noruegos, ya sea por discos de los de Liverpool como "Ocean Rain" (1984) o canciones como esa acechante "The Killing Moon". Imposible escapar a su influjo.

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