miércoles, 23 de diciembre de 2020

Tálamo en llamas

Gentlemen (The Afghan Whigs, 1993)

ROCK LLAMEANTE. En su tercer disco, los de Cincinatti plantan la bandera orgullosos para proclamar a los cuatro vientos la dimensión pavorosa de sus conquistas. Pavorosa como la entrega de un Greg Dulli, que exprime su alma hasta la última gota en un micro cubierto de esputos y sangre. Por eso será que muchos llaman a su música soul. Soul inflamado, soul en llamas, soul de carnes abiertas y soul eléctrico como una bobina de Tesla.

Un soul que todavía no se aleja del rock que siempre han cultivado. Un rock tenso, desbordante y desatado. Una furia que Dulli y los suyos encauzan para arrasar con todo. Así, queda claro que en términos de potencia y sentimiento, este disco no tiene parangón. Por eso sigue desencajando mandíbulas a su paso, por mucho que no se haya vendido casi nada. Una de esas injusticias que el oyente no puede creer por más que se lo expliquen.
 

Enjaulados

Y si "Gentlemen" es bueno, buenísimo, genial, no es solo por cómo suena, sino también, y casi más importante, por lo que cuenta. Y lo que cuenta es pura pornografía sentimental. Sentimientos en primer plano, secuencias robadas de una película que retrata el estado mental de un Dulli al borde de todo. En cuanto a adicciones, cuernos y desamor, el páramo que atravesaba el líder, cantante, guitarrista y compositor principal del grupo fue la clave de su autenticidad, de su dolor aullado, de esas miradas furtivas con las que los niños de la portada sugieren cosas que no deberían sugerir.

Cosas tan abyectas como el amor, esa palabra que todo lo justifica, pero que muchos usan como un arma arrojadiza. Veneno, señoras y caballeros, puro veneno.

★★★★


Tanto la portada, la cual molestó bastante a Linda Ronstadt entre otros, como la temática del disco, tienen muchísimo que ver con esa "Nan and Brian in Bed" (1983), fotografía de Nan Goldin que podemos disfrutar en el MoMA neoyorquino y que contiene toda la tensión sexual, el anhelo y la incomunicación que preñan la obra maestra de Afghan Whigs.

Una foto que es fruto de su tiempo, del pavor provocado por el SIDA, de las drogas, la nicotina y las sábanas frías. Una foto que cuenta muchísimo más de lo que puede parecer a simple vista. Una obra maestra para ilustrar, guiar y explicar otra. Así de grande es el arte confesional. A veces creo que el único necesario y, perdónenme, el único digno de llamarse arte.

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