sábado, 15 de mayo de 2021

... al tiempo

Time (The Revelator) (Gillian Welch, 2001)
 

COUNTRY. Me odio a mí mismo por no ser capaz de darle 5 estrellas a este clásico contemporáneo. Seguro que se las merece, pero ¿aguantaría sin ruborizarse al lado de Blonde on Blondes, Love Supremes, Revolvers, Nebraskas o After the Gold Rushes? Yo creo que no. Aunque solo fuera por respeto a las canas, se pondría como un tomate. Es todavía muy joven y sin embargo cuánta sabiduría alberga. Cuánto sentimiento. Cuánto dolor contenido.

Esta huérfana conoce lo que canta de primera mano. Puede que no sea tan seca como Mary Gauthier, pero anda muy cerca y en cuanto a entrega y personalidad no tiene nada que envidiarle. Lo mismo bebe de The Louvin Brothers que se emborracha de Neil Young. Lo mismo juega con un bluegrass sudoroso que se aplica en un country arrastrado de acústica y voz. Ese sonido americano primitivo. Puede soñar con una autopista que la lleve hacia sus anhelos, cantar ese rock & roll, pero aquí nada es gratuito.

Y si nada parece puesto al azar, si se le achaca que celebra en demasía un revivalismo que algunos pueden tachar de injustificable, creo que es porque con este disco la Welch nos lleva en un viaje perfecto por toda la historia de la música country. Del bluegrass al country noir, pasando el country rock, poco o nada se deja en el tintero la neoyorquina. A lo mejor ahí está el problema para algunos. Sí, es una tía, la historia de siempre.

Por más que lo pongo no consigo cansarme de esto. Y volviendo al principio, a la injusticia flagrante que cometo, insisto, lo mejor será dejarlo macerar y que el tiempo (el revelador) le otorgue la medalla de oro que ahora no oso entregarle por pudor. Tengo la certeza de que así será.

★★★★☆

1 Revelator 6:20
2 My First Lover 3:44
3 Dear Someone 3:12
4 Red Clay Halo 3:14
5 April the 14th Part 1 5:07
6 I Want to Sing That Rock and Roll 2:47
7 Elvis Presley Blues 4:53
8 Ruination Day Part 2 2:34
9 Everything Is Free 4:43
10 I Dream a Highway 14:40
Total: 51:14

 

El disco, denostado por los puristas y la élite, pero amado por el público en general hasta considerarlo un clásico irrebatible, fue la obra de Welch y el guitarrista David Rawlings, auténtico genio en la sombra del proyecto. Fue un trabajo a cuatro manos, tanto en la composición como en los arreglos y por supuesto en la instrumentación. Resulta sorprendente cómo, con una instrumentación tan parca y concisa, el disco suena como suena. Un mérito que algunos dan por hecho, pero que para mí es de un valor supremo.

 
No es extraño, por tanto, que la cantautora criada en Los Angeles siempre hable del proyecto "Gillian Welch" como una banda y no como algo en solitario. No es simple generosidad o falsa modestia, sino toda una realidad.

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