The Cure in Orange (The Cure, 1987) [VIDEO] [DIRECTO]
POP SINIESTRO. Tenía que ser Tim Pope. El responsable de la mayoría de videoclips del grupo, más que culpable de buena parte de la iconografía que envuelve a The Cure, era la elección ideal y natural a la hora de inmortalizar en imágenes todo lo que significaba la banda en 1986, en plena gira de su muy exitoso The Head on the Door (1985).
Empieza centrándose casi en exclusiva en un Robert Smith que llena la pantalla con su carisma ahogado y conforme pasan las canciones empieza a presentarnos al resto del grupo de manera perezosa, como teniendo claro que casi dos horas de concierto dan para mucho y las prisas no son buenas consejeras. Así, enmarcados de manera colosal por ese Théâtre Antique d'Orange, los cinco chicos imaginarios desgranan su ceremonia entre el abatimiento y el éxtasis, espoleados por los dioses que parecen habitar el lugar.
El resultado es sobrecogedor en toda su precisión quirúrgica. No son los Cure un grupo de brazo en alto y público encabritado, eso lo entendió a la perfección Pope. Así, dejó que hablara la música y los pequeños gestos, fotografió al respetable como si de un foso de serpientes se tratara y poco a poco fue acercando su cámara hasta sacar esos primeros planos casi impúdicos al estilo de La pasión de Juana de Arco (Carl T. Dreyer, 1928). Como si de un Ingres se tratara, el bueno de Tim se concentró en el hieratismo de un grupo que es pura fotogenia y consiguió crear un documento clásico e imborrable de unos Cure a escasos centímetros de la fama mainstream más brutal que pocos meses después abrazarían con ese Kiss Me Kiss Me Kiss Me (1987) que los llevaría a otro nivel.
Se puede tachar a esta película de envarada y fría, y es cierto que solo los muy fans podremos apreciar el fuego que palpita en las canciones, en la sonrisa fracturada de Robert, en sus saltitos arrítmicos, en el encorvamiento ritual de Simon, en la tristeza funcionarial de Porl, en la profesionalidad milimétrica de Boris y en la ausencia mental de un Lol que da más pena que otra cosa. Será por lo que sabemos que iba a pasar. Y todo eso no puede separarse de lo que se ve aquí. Pero claro, pedir que cualquiera disfrute de esto en toda su extensión sé que es demasiado. O quizás no. Una vez más, puede que el secreto esté en dejarse llevar por la ceremonia secreta, la efigie entre sombras y el claroscuro salvaje. Nunca los Cure fueron más Cure que enfrente de la piedra esculpida por el arte de los siglos.
★★★★☆
The Cure tienen otras filmaciones en directo. Especialmente famosas y reconocidas son vídeos generosos en minutaje como Show (1993) o Trilogy (2003). No tengo ni que decir que ninguna de ellas, por mucha grandiosidad, repertorio y calidad de sonido que manejen, puede compararse con este concierto que nos ocupa. Nada más que el escenario especial, ese Théâtre Antique d'Orange hace que el grupo luzca muchísimo más, tocado por ese hálito de misterio que lo eleva todo a las alturas.
Más que con sus videos en concierto, yo compararía esta filmación con esa otra que Pink Floyd realizó en Pompeya en 1972, sin público, solo rodeados por el peso de los siglos y la tragedia. Otro momento irrepetible con el que comparte más de lo que podríamos esperar la película de Tim Pope.
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