Memorial de cante en mis bodas de plata con el flamenco (Niño de Elche, 2021)
FLAMENCO. Parece claro que la ortodoxia le ha dado la espalda a Francisco Contreras. Tanto como que a él la tradición le corre por las venas, haga lo que haga con ella. Ya sea retorciéndola hasta el espasmo o soltándola por su garganta con fluidez inmaculada, Niño de Elche siempre hace lo que le apetece sin importarle lo que le parezca a los demás.
Lo que choca, o no tanto, conociendo su alergia a quedarse quieto, es que este disco salga ahora. Emparedado como está entre obras de vanguardia, instalaciones sonoras de un hermetismo atroz, y en definitiva, veleidades artísticas a mansalva de una profundidad intelectual tan fuera de toda duda como inalcanzables para el aficionado medio, toda esta claridad prístina y clásica no es lo que esperábamos.
Y ahí radica la originalidad y la importancia de este artista. Nunca sabes por dónde te va a salir y siempre te puedes esperar algo interesante de sus propuestas.
Aquí se deja poseer por los grandes de la historia para ofrecer su versión de los palos de siempre. A guitarra, palmas y voz, sin marcianadas y sin salirse de lo canónico. Sí, estoy hablando del autor de Voces del extremo (2015) y de La exclusión (2021). El mismo que en el momento de escribir esto tiene una instalación sonora expuesta en el Reina Sofía de Madrid. El que reventó a los puristas con su actuación en la XX Bienal de Sevilla en 2018. El que se llama a sí mismo exflamenco y aquel que si no es aceptado por la ortodoxia es, en primer lugar, porque a él mismo no le da la gana.
Por todo esto este disco es tan sorprendente como sanador. Y por todo esto casi nadie le ha hecho caso. Los que podían arquear la ceja y cambiar un poco su opinión, hace tiempo que dejaron de prestar atención a lo que hace el ilicitano. Y los que siguen los devaneos artísticos de nuestro personaje no tendrán ganas de ponerse a escuchar una seguiriya como dios manda. Pues es una pena en ambos casos, porque esta escasa media hora nos muestra a un artista arrebatador en su aspecto más convencional, que es precisamente el que menos nos enseña habitualmente.
★★★☆☆
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