La exclusión (Niño de Elche, 2021)
VANGUARDIA. A Francisco Contreras no es que el flamenco se le haya quedado pequeño, es que la música por sí misma no le basta para expresarse. Lo suyo como artista multidisciplinar, más que una intención, es toda una realidad. Aquí nos presenta su última y bendita ocurrencia, un disco pensado como banda sonora de un espectáculo audiovisual que, por lo que se oye en estos ochenta minutazos, no parece tener desperdicio.
Al menos si estás más o menos familiarizado con el arte conceptual, el ruido que parece obsesionar al ilicitano y todas las vanguardias musicales que asolaron el siglo XX. De Ligeti a Varèse, pasando por el sempiterno Stockhausen o John Cage y toda su parentela, todos tienen cabida en la última monstruosidad del exflamenco. También el suspiro tétrico y premonitorio con el que Scott Walker barnizaba sus discos de madurez, de ese acongojante Tilt (1995) a ese negrísimo y abisal The Drift (2006).
Toda esa música, por llamarla de alguna forma, cobra vida en esta obra en cuatro actos que trata de explicar cómo se manifiesta el mal. Así de profundo y de absoluto es su concepto. La puesta en escena de toda una simbología de lo profano y lo perverso a través de rebuznos reales, cantos gregorianos, música renacentista, campanas, ruidismo industrial y drones a lo Sunn O))).
Como suele ser habitual, poca broma y una seriedad funeraria que pocos aguantarán. La mayor parte de la humanidad se perderá la conmoción extrema de un artista que hace tiempo que ha superado los límites que le imponía la ortodoxia y está decidido a superar los que pudiera imponerse a sí mismo. Una obra que profetiza sobre el abismo que se avecina de manera perenne y que sirve a Niño de Elche para trascender esa "gran interrogante" que, por supuesto, no consigue desentrañar en ese desgarrador último espasmo que titula "Muerte-Nada". Sobrecogedor.
★★★★☆
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