POST-PUNK. Por fin llegó, aquí está, desde las entrañas revueltas de una Irlanda que no parecía estar ocultando todo este arsenal armamentístico. Estos chicos vienen para refutar esa mentira tan cacareada que ya nadie tiene las fuerzas que hacen falta para poner en duda: que el rock ha muerto y lo mejor que podemos hacer es enterrarlo y hartarnos de llorar. Con este estreno los dublineses nos lo dicen sin pelos en la lengua: ¡y una mierda así de grande!
Lo único que había que hacer parece tan fácil que a nadie se le había ocurrido. Coger la rítmica nuclear y aplastante del post-punk y hacer del spoken word la mejor arma blanca para apuñalar los altavoces micro en mano. Que no quiere decir que Grian Chatten no cante, que lo hace, y muy bien, pero el ingrediente principal de los números más sísmicos es un recitado impasible, rítmico y brutal en la escuela de, digamos, unos Sleaford Mods. Ahí estaba la tabla de salvación del rock más comprometido y más agitado. No había que buscar tanto, pero qué listos han sido estos cinco.
También había que hurgar, según parece, en el compromiso irreductible de The Clash, en la insolencia soberbia de Lou Reed o The Modern Lovers, y en todo lo que suene a libertario y a verdad escupida en los mismos morros. Detalles todos que nos ponen en bandeja a una banda con un gran recorrido a poco que se apliquen un poco en no venderse al sistema demasiado pronto. Confiemos en ellos. Creo que eso se lo han ganado.
★★★★☆
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