CANTAUTOR PUNK. El punk siempre tuvo sus aledaños. Desde el principio. Gente con la actitud adecuada, que por mucho que bebiera de otras fuentes, ya fuera el funk, el pop o la música disco, iban a quedar asimilados por el movimiento para siempre. A Ian Dury eso del hazlo tú mismo, eso de exprésate con todo lo que tengas sin importar lo que sea, siempre le ha ido como anillo al dedo.
Tullido por la polio desde los siete años, con medio cuerpo paralizado, no encontró mejor forma para dar rienda suelta a su imaginación que la escritura, y por ende, la música. Y si bien su mezcla de funk, disco, rock y spoken word no era lo que más se parecía al punk primigenio, de alguna forma lo suyo siempre tuvo mucho que ver con lo que se cocía en Camden Town y todo eso.
Será por lo libertario de su propuesta. Sin el componente político de The Clash o de cantautores que podrían estar más en su onda como Billy Bragg, Dury se afanó por usar el humor retorcido, los juegos de palabras y una constante provocación sexual en sus historias cotidianas, consiguiendo ser más británico que la Union Jack sin pretenderlo. Un auténtico cronista de su tierra y sus gentes sin tapujos ni circunloquios innecesarios.
Y este debut puede ser el mejor ejemplo de todo eso. Sus canciones jocosas, sus rimas imposibles y sus personajes irrepetibles hacen de él una joya casi más en lo literario que en lo musical. No debemos dejar atrás que el nivel vocal e interpretativo de Dury no era lo que se dice imponente, aunque a ver quién se resiste a su deje juguetón y teatral, una auténtica arma secreta que no te esperas. También es cierto que aquí no vas a encontrar su archifamoso single "Sex & Drugs & Rock & Roll", en posteriores ediciones en CD sí lo incluirían, pero eso no le resta valor a una obra importante para definir lo que el punk querría ser si hubiera podido, esto es, si lo hubiera inventado Ray Davies.
★★★★☆
Por si fuera poco, Ian Dury siempre se identificó con el Cockney, esa mezcla de jerga y acento que se habla en Londres y alrededores por gente de clase media y baja más bien. Él siempre será uno de los artistas que vienen primero a la mente cuando pensamos en ese enjambre cultural tan rico y tan peculiar.
Por todo esto, quizás los que más claramente pueden asociarse con Dury sean los autores de "Sunny Afternoon" (1966), cuyo compositor y líder, Ray Davies, ha entendido el espíritu del inglesito de a pie como nadie jamás. Ambos comparten también una retranca que camuflan en su (no tan) fino humor inglés. Y encima tienen voces ligeramente parecidas. Almas gemelas... ¿O no?
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