Donuts (J Dilla, 2006)
RAP/SAMPLEDELIA. La barbaridad que se marcó Jay Dee, productor de renombre que firmaba sus trabajos propios como J Dilla, a tres días de su defunción sigue siendo una consulta obligada para cualquiera que quiera salirse del sota, caballo y rey a la hora de meter una base para sus rapeados.
Decir que su influencia es incalculable es quedarse muy corto. El de Detroit le dio la vuelta a la ortodoxia en el hip hop y enseñó al mundo que las bases podían ser imaginativas, fantasiosas y de una riqueza que las hacía valiosas por sí mismas. Tanto que merecían ser escuchadas sin necesidad de ningún MC que las mancillara.
Y eso es justo lo que hace con este disco. Una obra compuesta por treinta y una miniaturas que a pesar de su dispersión consiguen crear una narración no solo creíble, sino embriagadora. Y a pesar de su enfermedad, la cual hizo que grabara el álbum en un estudio improvisado en el mismo hospital, no hay ni rastro de desesperanza aquí. Muy al contrario, entre sus disonancias y sus ritmos tribales sobresale un soul vibrante, un funk aterciopelado y un jazz acariciante como para dejarnos claro que su amor por la música estaba por encima de todo. Y eso es y será siempre la mejor celebración de la vida que puedan regalarnos.
★★★★☆
1
Donuts (Outro)
0:12
2
Workinonit
2:57
3
Waves
1:38
4
Light My Fire
0:35
5
The New
0:49
6
Stop
1:39
7
People
1:24
8
The Diff'rence
1:52
9
Mash
1:31
10
Time: The Donut of the Heart
1:38
11
Glazed
1:21
13
Lightworks
1:55
14
Stepson of the Clapper
1:01
15
The Twister (Huh, What)
1:16
16
One Eleven
1:11
17
Two Can Win
1:47
18
Don't Cry
1:59
19
Anti-American Graffiti
1:53
20
Geek Down
1:19
21
Thunder
0:54
22
Gobstopper
1:05
23
One for Ghost
1:18
24
Dilla Says Go
1:16
25
Walkinonit
1:15
26
The Factory
1:23
27
U-Love
1:00
28
Hi.
1:16
29
Bye.
1:27
30
Last Donut of the Night
1:39
31
Donuts (Intro)
1:11
Total: 43:25 Hay demasiadas curiosidades y momentos emotivos alrededor de la gestación de este álbum como para elegir solo uno. Un disco acabado con un sampler y un giradiscos postrado en la cama de un hospital y publicado solo tres días antes del fallecimiento de su autor comprenderán que se presta a la hipérbole y a la piel de gallina.
Sin embargo, en cuanto lo escuchamos nos damos cuenta de que no le hace falta ninguna aureola para impresionar. Hay muchos motivos para enamorarse de estos supuestos bocetos que no llegan al minuto treinta segundos de media. Ya sea por la riqueza y profusión de los retazos de canciones de los que están hechos, por su brillo inaprensible o por la sensación de congoja que nos provocan, este disco es de esas cosas que no se pueden explicar.
Una de las cosas más curiosas está en su título. Aparte de ser una pieza de bollería muy apreciada por su autor, su forma circular también nos remite directamente a la estructura de un disco que empieza con un epílogo y acaba con una introducción. No solo eso, sino que cuando lo terminamos, nos damos cuenta de que el comienzo del disco enlaza perfectamente con su final. Un detallito más que habla de genialidad, de ese deseo humano por alcanzar la eternidad, lo infinito, el bucle interminable.
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