CHANSON. Brel se acerca a los diez años de carrera desde que se estrenara discográficamente en 1953 y lo hace con el hambre intacta y el cuchillo más afilado que nunca. El disco se abre, como viene siendo habitual, con otro de sus clásicos y con una canción que marca el tono y la temática del plástico. En esta ocasión el objetivo de sus dardos es esa burguesía en la que se crió. Gente acomodada en lo económico y vacía en su alma a la que pone en su sitio de una manera descarnada.
Un veneno que esparce aquí y allá con una maestría que solo puede venir del compromiso, el trabajo duro y un talento innato como pocos han tenido. Un veneno que dosifica e incluso anula con el antídoto de la nostalgia y el amor. Sí, para sorpresa de todos, se permite la licencia de cantarle a su tierra, no desde el rencor, sino desde la ternura, en un poema que es toda una declaración de amor. "Le plat pays" es, sin duda, de lo mejor que escribiera el flamenco en toda su carrera.
Un nivel que vuelve a alcanzar con tonadas de ritmo más galopante. Primero lo roza con algo de distancia en "Madeleine" para abrazarlo sin esfuerzo con esa gloriosa "Bruxelles", un nuevo canto de amor a su tierra, aunque esta vez la nostalgia sea más concreta, más prosaica y más vehemente. Brutal en cualquier caso.
Como brutal es el nivel de las orquestaciones, llegando a niveles cinemáticos en "Chanson sans paroles". O el de sus caricaturas, carnales, hilarantes y siempre dolorosas, tal y como nos muestra en "Zangra", "Casse pompon" o "Rosa". Las mil caras de un genio incomparable disfrutando de su mejor momento.
★★★★☆
De la vibración decadente de Bruselas a ese cielo gris que cae a plomo sobre una llanura interminable, este disco, o sus momentos más espectaculares, es toda una elegía por una tierra que se nos aparece lejana para el cantautor.
Absorbido por los encantos y las posibilidades de la más cosmopolita París, parece cantar desde la distancia, como si todo eso quedara siglos o años luz atrás. Y con ello aumenta el sentimiento de nostalgia hasta hacerlo algo palpable y profundamente conmovedor.
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