R&B/DANCE. Que Janet siempre se haya nutrido de la fama y el arte de su hermano Michael, lejos de ser un tara, acaba siendo lo mejor que podía haber hecho. Sin ocultar su amor por Jacko, fusilando con gracia esos ritmos marciales que apuntan directamente a la pista de baile, y con una querencia por las baladas que la acercan todavía más a su hermano/ídolo, se construye su obra maestra. Un disco donde manda el ritmo, el título no miente, pero que no renuncia a ponerse meloso. ¿Demasiado quizás? Puede ser.
Con todo, la personalidad de la heredera se impone y sería injusto no destacar la enorme influencia que tuvo a su vez en ese Dangerous que su hermano sacaría dos años después. Un disco en el que se redoblaría la violencia de unas bases que aquí hacen lo propio respecto a clásicos precedentes. Una retroalimentación que nos habla de poner la oreja para después afilar los colmillos y cazar tu propia comida.
Todo eso nos deja claro una Janet que con este disco, y a pesar de todo lo dicho, certifica su derecho a refulgir y a impresionar por méritos propios. No podemos dejar de lado, no obstante, que este trabajo conceptual también naufraga en su intento por glosar una serie de tragedias de calado social, muy loables y muy defendibles, no me entiendan mal, pero que en su tono sociopolítico claramente utópico acaba poniéndose del lado del conservadurismo más meloso e inmovilista.
Los ricachones nunca han sabido tomar el pulso de la sociedad. Lo que no quita que, una vez conocido el trasfondo y estando en guardia ante él, podamos sumergirnos en el flujo sedoso y más que llamativo de una obra que, como mínimo, merece (mucho) la pena.
★★★☆☆
Xxx
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