CULTURA RADICAL JUDÍA. En medio de esa vorágine musicófaga en la que siempre se ha movido John Zorn, se inventa un nuevo proyecto con el que ahondar en sus raíces hebreas a través del jazz que siempre va a vertebrar todos sus proyectos. Esta vez se inventa una banda itinerante y mutante en la que constantemente entran y salen colaboradores para dar forma a las composiciones que el neoyorquino dedica a esa Cultura Judía Radical que utilizó como influencia para escribirlas. Un movimiento que encontró cobijo en el sello de Zorn, Tzadik, el cual crearía meses después de la publicación de este álbum.
Podríamos esperar que de esta exploración de la tradición judía surgieran piezas más comedidas, más domesticadas y más, eso, tradicionales. Pues no. Aunque es cierto que hay un fuerte componente lírico y étnico en esta música, lo cierto es que el filo retador, el componente vanguardista, el ruidismo y el atropello siguen tan vigentes como siempre en la obra del saxofonista. Aun dejando espacio para la ensoñación, esta mezcla de klezmer, ambientes cinematográficos, hard bop y free jazz no deja de ser contundente y arisca en muchos momentos.
Una mezcla extremista que hace justicia a la ideología omnívora de su impulsor. Una mezcla que, una vez más, vuelve a ser exquisita, turgente, voluptuosa, rabiosa y decididamente fundamental para aquellos melómanos más inquietos.
Alef es, por tanto, otra maravillosa experiencia dentro del universo Zorn. Solo una advertencia para todo aquel que se adentre en ella: es una llave peligrosa también. Una llave a un universo casi infinito del que es muy difícil poder salir. Un universo que se abre en mil posibilidades, ya sean las diferentes encarnaciones de Masada con sus diferentes denominaciones, sus directos, esa serie llamada Book of Angels con varias decenas de referencias discográficas y que, sin ser de Masada, se deriva directamente de todo esto... En fin, tanta música (y toda espléndida) que no nos va a dar la vida para disfrutarla como merece. Bendito problema.
★★★★☆
Total: 60:18
Masada, de entre todos los proyectos y colaboraciones de Zorn, puede ser el mejor. O al menos puede aspirar a ello de manera objetiva. Si lo sopesamos con la mente fría, a pesar de la frescura y la virulencia de cosas como Naked City o los primeros discos a su nombre, la solidez y la barbaridad lírica y afilada que conjura esta formación inestable y mutante es inigualable.
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