PUNK. Recuperados ya por completo del abandono de Germán Coppini, o más bien tirando palante con todo lo que tienen, unos Siniestro en formato trío se centran en afilar su lado gamberro por encima de cualquier otra cosa en una cabalgada sin sentido sobre los coletazos ya lejanos de ese punk ramoniano que siempre cultivaron, pero que aquí vibra como nunca.
Toda una noticia a pesar de lo inconsistente del invento. Que esto es superficial y mongoloide es algo con lo que contábamos y que casi deseábamos. Ahora bien, algo tiene que haber en el meollo de todo este divertimento para que estas canciones hayan resistido tan bien el paso del tiempo. No es que me parezca que tengan vigencia. Nunca la tuvieron. Ni que sigan sonando frescas como el primer día. No es eso. Es que, por mucho que la tontería campe a sus anchas como nunca en este tercer disco de los gallegos, el grueso del mismo ha sido parte fundamental de sus directos desde que salió, sumando una lista de clásicos que para cualquier seguidor del grupo son imprescindibles.
Nada más que por eso ya merece que pasemos por alto su aparente apatía sónica. Canciones como "Tipi, dulce tipi", "Que corra la nicotina", "Assumpta", "Menea el bullarengue", "Te quiero" o "¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?" son inolvidables para cualquiera que haya crecido en los 80 en este país. Aparte me dejo, con toda la intención, esa "Miña terra galega" con la que dan lustre a toda una "Sweet Home Alabama", que arrebatan a Lynyrd Skynyrd para empaparla con la lluvia de su tierra y poder reclamarla como suya para siempre.
Por todo esto las dudas no tienen cabida ante un disco muy defectuoso pero muy grande de alguna forma que todavía no alcanzo a comprender. No sé qué tiene exactamente, pero sé positivamente que lo tiene.
★★★☆☆
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