Plena pausa (J, 2023)
INDIE ROCK. Juan Ramón Rodríguez Cervilla, Jota para el arte, estaba destinado a volar en solitario. El alma de Los Planetas y Grupo de Expertos Solynieve tenía que acabar entregando algo a su nombre. De todas formas no parecía que fuera a ser este disco, homenaje y banda sonora imaginada para el cine de Iván Zulueta, el cual tenía la intención de grabar con su banda de toda la vida. Problemas de agenda precipitaron la aventura en solitario del granadino, la cual se salda con el que podría haber sido mejor disco de Los Planetas desde el ya lejano La leyenda del espacio (2007).
¿Y dónde está el secreto de este éxito? Yo diría que en la forma tan fina y tan desprejuiciada en la que ha integrado gustos propios, gustos del cineasta al que homenajea y obsesiones mutuas, tomando melodías reconocibles remozadas para la ocasión, letras, menciones a lugares, bandas y situaciones de las películas y de la vida... En fin, toda una interiorización verdadera y trabajada de la obra de Zulueta que le ha posibilitado comprenderlo o al menos simular que lo conoce a la perfección. Y de paso nos quedamos con la idea, certera o exagerada, de que estamos ante dos almas gemelas.
El mismo título lo saca de Arrebato (Iván Zulueta, 1979). "Dime, ¿cuánto tiempo te podías llegar a pasar mirando este cromo? (...) ¡Años, siglos... toda una mañana! Imposible saberlo, estabas en plena fuga... éxtasis... colgado en plena pausa... ¡Arrebatado!". ¿Puede haber una cita que defina mejor la música, la actitud y la idiosincrasia de Jota y de Los Planetas? Creo que no.
Así, al pop de toda la vida, con melodías mucho más acertadas que lo que venía entregando en los últimos tiempos, le añade un poco de su fijación por Spacemen 3, los cuales derivan directamente de la obsesión de Zulueta, Lou Reed y la Velvet, también representados estilística y letrísticamente, hasta llegar a apropiarse de soniquetes escamoteados sin pudor al genio neoyorquino. También hay lascas del flamenco del que nunca va a poder desembarazarse el señor Rodríguez. Todo, en fin, en una mezcla sutil, medida y muy fina que huye del efectismo y de lo hueco. Hasta se permite escribir una continuación para su muy exitosa "Un buen día" (2000) con una más que evidente "Arrebato (Un buen día para Iván)".
Lo dicho, discazo. Un obrón que nació de la excusa de tocar estos temas en directo delante de las proyecciones del cineasta donostiarra. Por eso es tan bueno. Porque trasciende esa liturgia, impresionante de por sí, para demostrar que se sostiene como obra de arte independiente que podemos disfrutar en nuestra habitación. Podrán pensar lo que quieran, pero para mí que eso no es tan fácil.
★★★★☆
- Luces de neón
- Fandangos del rascacielos
- Los desalmados
- Película de plata
- Échame a mí la culpa ✠
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