lunes, 26 de agosto de 2024

Tiempos de agonía digital

El siglo XXI comienza en medio de la incertidumbre de la industria musical ante el reto de la digitalización de la música con las descargas ilegales en el punto de mira. Nunca hasta este momento el oyente había tenido acceso de manera casi inmediata a tantísima música, prácticamente a todo lo que pudiera desear. Por otra parte eso planteaba un cambio radical en un modelo de negocio que tenía que reinventarse para poder sobrevivir. No se puede decir que las expectativas fueran muy halagüeñas en este sentido en estos primeros años del nuevo milenio ni que la industria supiera adaptarse de inmediato a las nuevas circunstancias.

En cuanto a la música y los artistas, a pesar de presenciar en directo el declive y la decadencia de los grandes héroes y aceptar con tristeza que los tiempos de los grandes mitos empezaban a ser cosa del pasado, seguimos encontrando propuestas rompedoras e interesantes en todos los géneros. No en un mainstream cada vez más conservador y mojigato. No, ya no iban a surgir nuevas Madonnas ni Michael Jacksons, sino artistas de usar y tirar con poca personalidad y aún menos recorrido.

Con las excepciones de rigor, que las hay y muy buenas, no parece el terreno más fértil para la calidad, pero lo cierto es que aquí y allá han florecido maravillas que con los años pueden llamarse clásicos en el rock alternativo, el rap, la electrónica y el pop, el cual ha estallado en mil colores para ofrecer la penúltima revolución con la mixtura y la falta de prejuicios como bandera. No, me temo que por muy difícil que nos lo pongan, el arte se va a acabar imponiendo ante cualquier vicisitud.


(Clic en las portadas para más información)


10 Abattoir Blues/The Lyre of Orpheus (Nick Cave & the Bad Seeds, 2004)

Disco doble en toda la amplitud del término. El primero es gospel torrencial como el que se derrama en "There She Goes My Beautiful World", "Cannibals Hymn", "Hiding All Away" o en la imperativa "Get Ready For Love". El segundo es un aliento reposado del que sabe conjurar bien el australiano. Aun así, tampoco podemos hacer separaciones tan crudas ya que siempre se cuelan temas de uno y otro estilo en el disco contrario. Un disco facturado con la calidad que se le exige a una banda ya clásica y que se había dejado un pelín en la reserva en sus últimas obras. (...)

 

9 Franz Ferdinand (Franz Ferdinand, 2004)

Franz Ferdinand es el ejemplo perfecto de oportunismo aplicado al éxito masivo en el mundo de la música. Sin hacer nada que se salga de madre ni ofrecer la ultimísima revolución estética ni estilística, se encaramó a lo más alto de las listas y consagró a sus autores, unos escoceses desconocidos que rondaban (o superaban) la treintena por aquel entonces.

Será sapiencia, será gusto o será el más puro azar, pero la mezcla que fabricaron les granjeó una popularidad llameante e instantánea merced a la todopoderosa internet. (...)


8 XTRMNTR (Primal Scream, 2000)

Si Screamadelica mostró el lado hedonista y despreocupado de la electrónica, este XTRMNTR muestra otra faceta de la misma. Mientras el primero nos sume en un contoneo aletargado y lisérgico, este se presenta agresivo y acerado como una cuchilla. Los dos tienen en común más de lo que parece. Alargan la fiesta cuando la mayoría habría parado. Y, lo más importante, son dos discazos de agárrate y no te menees. (...)

 

7 American IV: The Man Comes Around (Johnny Cash, 2002)

La cuarta entrega de la serie con la que Rick Rubin volvió a poner en el candelero la figura de Johnny Cash es la última que el cantante vería publicada y, más que probablemente, la mejor.

Y no lo es por cuestiones morbosas ni nada de eso, aunque es cierto que el cada vez más maltrecho estado de salud del Hombre de Negro debió jugar su papel en forma de una urgencia ardiente que se entremezcla con el cansancio, con el hálito terminal de su voz y con el ansia por ajustar cuentas con una vida que se le estaba escapando entre los dedos. (...)

 

6 Yankee Hotel Foxtrot (Wilco, 2001)

Pocas veces se alinean los astros para iluminar el parto de una criatura tan bella como este cuarto disco de Wilco. Si bien ya habían dado buena muestra de su genio en momentazos previos como Being There (1996) o Summerteeth (1999), es con este Yankee Hotel Foxtrot con el que rompen la baraja y llevan sus ansias experimentadoras a otra dimensión.

Todas estas ganas de innovar en el terreno aparentemente limitado del country alternativo quedan registradas para la posteridad en ese magnífico documental que sería I Am Trying to Break Your Heart (Sam Jones, 2002).

 

5 Is This It (The Strokes, 2001)

Es curioso (y estimulante) certificar cómo un disco que empezó siendo (para mí) un buen disco pero… ha llegado a convertirse en un clásico contemporáneo sin paliativos. Es lo que tiene el tiempo, que pone a cada uno en su sitio. Y a los Strokes los ha acabado hundiendo como ya nos imaginábamos, pero a este "Is This It"… a este no hay manera de destrozarlo. Casi no podemos ni hacerle un arañazo de lo sólido que es. (...)

 

4 Moa Anbessa (Gétatchèw Mèkurya & The Ex & Guests, 2006)

The Ex venían de grabar Turn (2004), un disco más que influenciado por las músicas del Congo y Etiopía. Incluso contaba con un tema llamado "Getatchew", en el que rendían tributo al saxofonista de Yifat. Muchas pistas y muchas ganas, por tanto, de materializar este encuentro en la cumbre con el maestro del etiojazz. Una llamada que llegó por parte del africano, el cual los invitó a tocar con él, cosa que hicieron regularmente como su banda de apoyo desde 2004. (...)

 

3 Kid A (Radiohead, 2000)

OK Computer marcó una época. Fue el culmen de Radiohead en el pop/rock más o menos canónico por mucho que se empeñen en recordarnos que fue muy diferente a lo que habían hecho hasta entonces. Y es que al lado de su siguiente movimiento conservaba muchos puntos en común todavía con su obra primeriza.

Por todo esto Kid A aumenta su valor y se convierte en el disco que encumbró definitivamente a los de Oxford. Hasta este momento podíamos creer que eran innovadores, que rompían con el pasado y que tenían una personalidad única. Kid A dinamitó todas estas ideas de un plumazo y nos dejó con cara de tontos porque demostró ser su obra más original, rupturista e iconoclasta. Hasta entonces y desde entonces. Todavía no han podido igualar el riesgo y el alcance de este disco. (...)

 

2 Ys (Joanna Newsom, 2006)

La niña prodigio de Nevada se destapa en 2006 con uno de los discos del año. El concepto es ya conocido, aunque no demasiado común en el folk. Pero claro, con esta aproximación tan bizarra a lo que un día se llamó folk, todo está permitido y crear un disco de cinco temas largos como el Nilo no es que sea demasiado loco. A priori se podría esperar del hada del arpa. No por ello deja de ser chocante. Sobre todo por cómo se ha enfrentado al reto.

Armada con su arpa cristalina, graba las bases de estas cinco epopeyas y posteriormente las arregla con una orquesta de 35 piezas. Un auténtico collage conceptual y musical. La exuberancia del envoltorio es más que notoria, y sin embargo, no hay instrumento que pueda competir con su voz, auténtico hilo conductor del disco. Es la directora y la guía a la que se pliegan y siguen los arreglos de arpa, banjo, guitarra y orquesta, que ascienden y descienden por colinas y florestas. Todo con un detalle que hace del disco una pieza única. (...)

 

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1 Merriweather Post Pavilion (Animal Collective, 2009)


Animal Collective, Merriweather Post Pavilion: unos locos benditos armados con la tecnología analógica y digital más perversa, sofisticada y primitiva que uno pueda imaginar, construyen un disco maravilloso a base de melodías de pop mayúsculo y ruídos de dulzura infernal. Contrastes extremos, choques imposibles que surgen de meter en la misma habitación a los Beach Boys, a Phil Spector, a Can, a Sonic Youth, a Paul Simon y a Fela Kuti. La magia del drone hecho pop, del noise hecho música étnica en un constructo postmoderno, viciado, vibrante y especial como ninguno en esta década. Las voces se doblan y se elevan al techo en reverberaciones multicolores y entrechocan con los arreglos estroboscópicos. Los ritmos de batería sincopados y obsesivos se entrelazan con la omnipresencia absoluta de las cajas de ritmos. Todo en una fiesta selvática y lujuriosa en la que la suma construye un paraíso artificial y espontáneo, aunque no haya nada al azar, solo un orden extravagante y embriagador.

 

AÑO A AÑO

 

2000

5 Secret South (16 Horsepower)

Arranca como un huracán con "Clogger" y transita por las carreteras secundarias del bluegrass, el country de garrafa y el rock con raíces, todo ello bañado en pecado, depravación y muerte. Edwards se muestra como el predicador definitivo en torrentes a lo Nick Cave como "Cinder Alley", "Burning Bush" o "Splinters", o la genial version de Dylan, "Nobody 'Cept You". Sin duda tiene a Dios de su lado y te señala con el dedo en la amenaza directa de la condena. A mi señal, "ira y fuego". (...)

4 Mama's Gun (Erykah Badu)

La etiquetita parece que le sobra a la Badu. Eso del neo soul nunca lo compartió ni lo entendió. Pero es que de alguna forma hay que llamar a esta barbaridad de bajos tersos como la noche y percusiones calientes, espaciadas y absolutamente perfectas. Y qué decir de su gracia vocal, que la emparenta con las más grandes. Nombrar a Billie Holiday o Aretha Franklin no es ningún pecado, a pesar de que no impresione tanto como ellas. Erykah tiene la sutileza, el control y la pureza necesarias para sonar como las grandes cuando y como quiera. Punto. (...)

3 Nixon (Lambchop)

Me resulta un poco difícil describir este disco. Seguramente será por su belleza extraña. De las más extrañas con las que me he topado. No te noquea al instante, pero te va minando poco a poco hasta que te desarma. Sus armas están a la vista. No las esconde. Unos arreglos orquestales de precisión suiza y sensibilidad universal. Unas canciones que suenan sólidas, solemnes, arrastradas, ambientales, indefinidas o tremendamente claras. Y una voz, la de Kurt Wagner, cercana y cálida, despojada de aspavientos y florituras. Todo esto lo hace (posiblemente) su disco más lento y el más intenso a la vez. (...)

2 XTRMNTR (Primal Scream)

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1 Kid A (Radiohead)

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2001

5 Endless Summer (Fennesz)

Christian Fennesz siempre ha apelado a lo más interno, a lo más íntimo de nuestra psique para emocionar. Su propuesta, siempre innovadora, no ha dejado de mirar nunca a la calidez de lo humano. A pesar de lo aparentemente frío y maquinal de su aproximación, en ella siempre ha habido espacio para el suspiro y el latido, siempre ha estado bañada por el aliento de lo carnal y lo pasional. (...)

4 Ultraglide in Black (The Dirtbombs)

¡Vaya homenaje que se marcan aquí Mick Collins y los suyos! Todo un festín de soul, funk y rhythm & blues tocados con la virulencia y el sudor de ese punk & roll que siempre ha practicado el grupo. Con decisión, autoridad y amor infinito se pasean por partituras sagradas de Stevie Wonder, Sly Stone, Marvin Gaye, George Clinton, Phil Lynott o Curtis Mayfield, entre muchos otros clásicos irrebatibles. Y para redondear la jugada envuelven el producto en una portada que cita sin tapujos a la del I Was Made to Love Her (1967) de Stevie Wonder. (...)

3 Auguri (Dominique A)

En sus cuatro primeros temas, Auguri impacta como un obús en el cerebro del melómano y lo prepara para adentrarse en el que sin duda va a ser el mejor disco de Dominique A hasta ese momento. Una sensación que parece ser traicionada en cierta forma conforme el disco avanza y se va emborronando hacia las antípodas de la prístina claridad y la potencia emocional con las que comienza. (...)

2 Yankee Hotel Foxtrot (Wilco)

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1 Is This It (The Strokes)

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2002

5 Heathen (David Bowie)

El mejor Bowie de la primera década del 2000 podría no tener a priori nada de impresionante. Más si lo comparamos con sus viejos oropeles. Tan inalcanzables que puede que hagan injusta a la vez que innecesaria tanta comparación. E inevitable, claro. En Heathen el consenso establece que estamos ante el mejor Bowie posible en la entrada del nuevo milenio. Dadas las circunstancias. Y al final esto resulta ser mucho, no sé si tanto como cuentan, pero mucho. (...)

4 Don't Give Up on Me (Solomon Burke)

En plena madurez, el Rey del Rock 'n' Soul demuestra al mundo que estaba muy lejos de estar acabado y maravilla con un disco no sólo digno, sino majestuoso, posiblemente el mejor de su carrera. Si os suena exagerado es seguramente porque no habréis escuchado una obra que ganó el Grammy a mejor disco de blues contemporáneo. Ya sé que ese premio a la mayoría nos la refanfinfla, pero por una vez parece que en la Academia dieron en el clavo. (...)

3 Murray Street (SonicYouth)

Un par de años antes, Sonic Youth sufrieron el robo de sus guitarras y pedales. Un equipo irremplazable tras años de investigación y experimentos. Todo un trauma que empezaron a sanar en el disco anterior y que aquí demuestra ser una bendición. Está claro que este contratiempo les obligó a reinventarse para volver de alguna forma al meollo de su arte. Así, revoloteando entre los rudimentos de lo que los hizo grandes, entregan una obra mayor dentro de su canon. Un discazo que la revista Wire encumbró como lo mejor de ese año y que se coloca sin problemas entre los grandes clásicos del cambio de siglo. (...)

2 Up the Bracket (The Libertines)

Aunque parezca contradictorio, no era muy difícil odiar a los Libertines allá por esos comienzos del siglo XXI. Personalmente mi relación de amor-odio siempre ha tirado más para lo segundo. Y no debía ser difícil porque todavía había buenas bandas de rock & roll a las que agarrarnos y podíamos mantener nuestro filtro anti-últimas-modas-de-temporada perfectamente limpio y preparado para dejar pasar solo a lo más auténtico del panorama. (...)

1 American IV: The Man Comes Around (Johnny Cash)

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2003

5 The Magnolia Electric Co. (The Magnolia Electric Co.)

No queda claro si este disco fue el primero de Magnolia Electric Co. o el último de Songs: Ohia. Tampoco importa tanto si tenemos en cuenta que ambos son proyectos del gran Jason Molina. Si hacemos caso al título parece claro, y el propio Molina acabó colocando Didn't It Rain (2002) como el canto de cisne de Songs: Ohia. Complicado en cualquier caso, ya que en este disco no tocan los miembros de Magnolia Electric Co., grupo que por otra parte ideó justo antes de la gira de presentación del álbum, pero habrá que hacerle caso. O pensar que esta obra es ambas cosas a la vez. (...)

4 1972 (Josh Rouse)

Mentar a Carole King puede ser problemático. Puede ser síntoma de pretenciosidad, de querer y no poder, de aparentar que tu traje es mucho más caro de lo que es en realidad. Y así empieza Josh Rouse la que puede ser su obra maestra. Con esto último creo que ya lo he desvelado. Sí, Rouse no va de nada, no usa muletillas facilonas ni necesita mentores que lo guíen de la mano. Lo suyo con Carole King va totalmente en serio y con este disco se basta y se sobra para colocarse entre los grandes escritores de canciones norteamericanos de principios de este siglo. (...)

3 The Raven (Lou Reed)

A Lou Reed le van los retos. Medio defenestrado por una industria en la que no parecía tener sitio después de casi cuarenta años en la brecha, después de haber dictado el rumbo de la música rock, coloreándola a su gusto, no se sabía muy bien dónde colocar a este gigante que parecía estar dando sus últimos coletazos.

En esos momentos de dificultad es cuando los genios demuestran su valía y así lo hizo Reed. En un más difícil todavía se empeñó en adaptar la obra de todo un Edgar Alan Poe al formato de opereta rock. Para ello se rodeó de actores de renombre y colegas de prestigio. El resultado, su último clásico. Un disco caudaloso y denso como pocos que haya hecho este hombre. Más que probablemente, su última obra maestra.

2 Friends of Mine (Adam Green)

Adam Green dejó a los Moldy Peaches (aparcados o no, poco importa) para iniciar un camino totalmente nuevo. ¿Totalmente? No del todo, por suerte, porque conservó bastantes detalles del iconoclasta combo neoyorquino. En su tercer disco en solitario, la misma portada, con ese tono entre amateur y piratilla, todavía se mira en la estética descacharrada del grupo que había liderado junto a Kimya Dawson. La duración de los temas también. Green aborda su nuevo estatus como crooner melódico con la idea de no andarse por las ramas bien presente. Poco o nada sobra de unas canciones que impactan por su sencillez, su belleza y la crueldad de unos textos que a veces rayan el mal gusto. Sarcasmo sin piedad y poesía evasiva y flotante para un disco que juega con la belleza y la fealdad de manera encantadora. (...)

1 Cuckooland (Robert Wyatt)

Robert Wyatt lo vuelve a hacer. Casi treinta años después de su obra maestra, Rock Bottom (1974), vuelve a lo más alto con un trabajazo donde vuelve a jugar con retales de jazz para confeccionar uno de los trajes más espectaculares de su profundo fondo de armario.

Cuckooland se vale de sonoridades familiares en el catálogo wyattiano pero no deja de ser novedoso después de un buen puñado de trabajos interesantes hasta lo indecible pero carentes de ese puntito adictivo que este sí tiene. (...)


2004

5 Turn (The Ex)

The Ex se lían la manta a la cabeza y se sumergen de lleno en los entresijos de una música con la que ya venían tonteando de una u otra forma desde hacía años. Me refiero a la hipnosis insondable de esa música africana, más concretamente, la que se hace en la parte oriental del continente, de Eritrea a Etiopía y del Congo a Sudán. Unas rítmicas y un espíritu atávico que sitúan al grupo al borde de sí mismos, explorando lo infinito del bucle como ceremonia, rito y catarsis colectiva. (...)

4 A Ghost Is Born (Wilco)

Extraordinario esfuerzo de los de Jeff Tweedy. Sobre un manto de ruido prístino, inmaculado, entretejen melodías sutiles con regusto tradicional o esencia pop exquisita. Pianos, guitarras y estática suman en un resultado brillante y atrevido. Los nueve minutos de ruido estático de "Less Than You Think" no se oyen todos los días.

3 Rejoicing in the Hands (Devendra Banhart)

Se puede decir que aquí empieza la historia de Devendra Banhart como artista. Al menos aquí empieza en serio, con un disco bien grabado, por muy lleno de interferencias y cortocircuitos mentales que esté. Que lo está. Nada extraño si escuchamos su obra anterior y si tenemos en cuenta que fue una apuesta personal de todo un ínclito como Michael Gira para su sello Young God.

2 Abattoir Blues/The Lyre of Orpheus (Nick Cave & the Bad Seeds)

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1 Franz Ferdinand (Franz Ferdinand)

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2005

5 Black Acetate (John Cale)

John Cale se aproxima inexorable hacia su jubilación con la inquietud artística intacta. Como si quisiera hacer balance, pero sin rendirse a la nostalgia, vuelve a retar al oyente con una colección de postales que combinan lo mejor que ha hecho nunca, desde la evanescencia de Music for a New Society (1982) a la rudeza eléctrica de Fear (1974), sin olvidar el aire pastoral de Paris 1919 (1973). Una mirada hacia el pasado con la que no deja de sonar retador e insolente ni por un instante. Con el radar siempre encendido y el hambre creativa al máximo. Al mismo nivel de Tom Waits, Robert Wyatt o Scott Walker, luminarias que siguen dando lo mejor de sí mismos en la recta final de su vida. (...)

4 Late Registration (Kanye West)

Muchos, muchísimos, colocan aquí la línea de meta, el momento culminante de la trilogía universitaria de Kanye West. Una vez más, no puedo estar más de acuerdo. Lo que no quita que pelee conmigo mismo a la hora de identificar los motivos que hacen de este Late Registration la obra maestra de la primera época del de Chicago. Tal vez el secreto esté en sus letras, tan confesionales y autobiográficas que a veces parece el mismo Mark Kozelek (Red House Painters, Sun Kil Moon...). Tal vez radique en unas bases ligeras y tan llenas de aire que parecen acariciar su flow más que soportarlo. Ahí habría que acordarse de la orquesta de 20 piezas que sustenta buena parte del disco. Una orquesta que despacha las sonoridades más emotivas para enlazarlas con samples del soul más clásico, pespuntes en los que Kanye parece encontrar al Dios que invoca continuamente en su discurso. (...)

3 Illinois (Sufjan Stevens)

Lo cierto es que en su momento le creí. Cincuenta discos, uno por cada estado norteamericano, no parecía una tarea imposible para la incontinencia creativa de Sufjan Stevens. Aquí da una buena muestra de ello. Veintidós pistas soltadas así a bocajarro, sin anestesia. Veintidós pildorazos de pop de cámara arreglado a todo color, sin timideces ni medias tintas. Sí, nos la coló bien, porque bien pensado, ¿qué sentido tendría completar tamaña barbaridad? Un disco por cada estado de la unión. ¿A quién le hace falta eso? (...)

2 The Woods (Sleater-Kinney)

Por suerte aún quedan algunos artistas que deciden no agotar una carrera, no convertirse en parodias reptantes de un pasado más o menos glorioso. Dejarlo en la cumbre es hoy, más que nunca, una acción de mucho mérito.

Por supuesto eso es lo que hicieron Sleater-Kinney. Entregan este extenuante "The Woods" y cuando parecía que habían encontrado la fórmula, lo dejan todo y desaparecen. Una pena. Y un aliciente más para regocijarse una y otra vez con esta colección de diapositivas que nos revelan ese lado del rock que siempre nos ha gustado y que últimamente se hacía más y más difícil encontrar. (...)

1 I Am a Bird Now (Antony & the Johnsons)

La sensación del nuevo milenio, apadrinado por Lou Reed, de voz indefinible y absolutamente conmovedora, nos ofrece su visión del soul y de la entraña viva. Una voz que lo llena todo y que no necesita de nada para devastarnos. Imagínense si encima se adorna de un piano por aquí o unas cuerdas por allá. Simplemente no hay palabras.

 

2006

5 Failing Songs (Matt Elliott)

La sorpresa al escuchar los primeros acordes es supina. Pocas veces se está tan seguro de lo mucho que te va a gustar un disco con una muestra tan minúscula. Porque "Our Weight in Oil", como el resto de las composiciones de esta maravilla, contiene tantas cosas que siempre me han gustado: música de películas, cantos tabernarios y funerarios, dejes de folk eslavo, centroeuropeo y balcánico, el veneno de Tom Waits... Cosas muy diferentes pero no irreconciliables que hacen de este disco ceniciento de sonido añejo y arreglos meticulosos una caja (negra) de sorpresas. (...)

4 Micah P. Hinson and the Opera Circuit (Micah P. Hinson)

En su segundo disco, sin contar la regrabación de su primera maqueta, se aprecia una progresión notable a partir de un estreno que ya era una joyita. Deja atrás la frescura imberbe de sus primeros pasos y se suelta en una colección de canciones llenas de sensibilidad y con un tono sepia que nos recuerda a tiempos antiguos donde todo era más difícil, más lento y mucho más bonito. (...)

3 The Drift (Scott Walker)

Llega el momento de ponerse serio. Llega el momento de reseñar uno de los mejores discos de 2006 (el mejor posiblemente). Muchas veces hay que sujetar los epítetos para no parecer exagerado. Esta no es una de ellas, porque cuando una obra de arte se expresa de una forma tan libre, tan irredenta, tan irreductible, solo se le puede alabar por los cuatro costados. Y más en estos tiempos de tibieza y acomodo. (...)

2 Moa Anbessa (Gétatchèw Mèkurya & The Ex & Guests)

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1 Ys (Joanna Newsom)

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2007

5 Person Pitch (Panda Bear)

En este spinoff de los muy exitosos Animal Collective, Panda Bear nos ofrece una visión nueva de la música, una oportunidad de sorprendernos ante la maravilla de la fusión entre el pop, la electrónica y los sonidos más enraizados. Todo un viaje para complementar ese Strawberry Jam con el que la banda madre reventó el panorama el mismo año. Lo que sea para intentar saciarnos. Cosa que no vamos a conseguir.

4 The Unfairground (Kevin Ayers)

Aquí está la prueba de la auténtica valía de un artista sin parangón. Cuando quince años después de tu última referencia discográfica, casi cuarenta después de tu debut en solitario, eres capaz de poner toda la carne en el asador y sacar una obra como esta, lo único que puede hacer el público es quitarse el sombrero y aplaudir hasta que nos sangren las manos. (...)

3 Grinderman (Grinderman)

Ya lo anunciaba en el desbordante Abattoir Blues/The Lyre of Orpheus (2004), un disco doble que nos mostraba al Nick Cave más inflamado de los últimos diez años. Y en este proyecto paralelo cambia su pelaje de romántico victoriano por el de la fiera que siempre ha llevado dentro. (...)

Grinderman no es un simple divertimento descerebrado. Tampoco una simple válvula de escape. Aún siendo ambas cosas, es uno de los inventos de más enjundia en los que se haya visto involucrado el australiano. Queriendo recordar quizás los tiempos de The Birthday Party, se ha vuelto a dar de bruces con la excelencia. Aquí está ya, ha vuelto el encantador de serpientes, el portador de veneno, el putero irredento. ¡Alabado sea Dios!

2 North Star Deserter (Vic Chesnutt)Vicente Castaña tenía un pacto con algún demonio antiguo. De esos que te visitan por las noches. Cuando hace frío y estás solo. Parece que le otorgó poderes mágicos, una guitarra de nailon y alguna maldición secreta. El compendio de cosas que todo genio necesita. Vicente Castaña cantaba desde su silla de ruedas con una pena de "perdona-que-no-me-levante" y con una sonrisa socarrona de "amaos-los-unos-a-los-otros". No estaba hecho para protestar y siempre reía desde un cuerpo anegado por el dolor y las recetas. Vicente Castaña conocía lo importante de la vida. Vivía de esquivar a la muerte y eso lo hacía un poco menos infeliz. Y cantaba proyectando una voz de perro viejo y sabio, de una preciosidad estrellada y serena. Una voz que podía navegar por un mar encrespado y crear ondas en un remanso embalsado. Sí, Vicente Castaña lo sabía demasiado bien. Trabajaba el nailon y los ecos, la electricidad temblorosa y la rugiente, también las cuerdas apasionadas. (...)

1 Strawberry Jam (Animal Collective)

Psicodelia dura con un enfoque novedoso. Toda la novedad que puede venir de combinar las armonías vocales más wilsonianas con todo tipo de cacharrería analógica y de todo tipo para producir sonidos nunca antes escuchados. Si a esto le unimos un sentido melódico tan personal y adictivo como torcido, nos sale un discazo inabarcable en un par de escuchas.

Strawberry Jam necesita dedicación por parte del oyente. Una dedicación que irá viéndose recompensada poco a poco y con creces. (...)

 

2008

5 Songs in A&E (Spiritualized)Después de un lustro sin publicar material nuevo, Jason Pierce se saca de la manga esta joya. Se trata de una obra atípica en el estilo del de Rugby, un disco que ahonda en la vena gospel y limita las detonaciones noise sin aplacar la intensidad.

El disco siguió a la convalecencia de Pierce por una variedad severa de neumonía que lo tuvo postrado en cama al borde de la muerte. Una experiencia ominosa que sólo inspiró algunos temas del disco, ya que el grueso del mismo había sido escrito con anterioridad. (...)

4 Microcastle/Weird Era Continued (Deerhunter)

La idea era morrocotuda. Después de que se filtrara antes de tiempo su disco, Microcastle, al grupo se le ocurrió preparar una sorpresa en forma de extra. Todo un disco de regalo con la compra de las primeras copias de Microcastle. Se llamaría Weird Era Cont. y consistiría en material más experimental. Así se premiaba a los fans que compraran el disco en la fecha de su lanzamiento. Por desgracia, este también acabó filtrándose antes de su publicación. (...)

3 Fleet Foxes (Fleet Foxes)Habría que vivir en una cueva para no haber siquiera olisqueado lo que liaron los Fleet Foxes con su álbum de debut. Rápidamente se convirtieron en la banda del momento, lo cual no dejaba de ser sorprendente, ya que trabajaban materiales tan alejados de lo cool como el folk barroco de melodías arrebatadas y coros angelicales tan de moda... no sé, ¿nunca? (...)

2 The Felice Brothers (The Felice Brothers)

Brutal quinto disco de los neoyorquinos. Solo unos meses después de su Tonight at the Arizona (2007), consiguen zafarse de las comparaciones justificadas, aunque pesadas, con un disco torrencial, emocionante y soberbio.

No recuerdo ninguno que últimamente me haya emocionado como este. Con esa americana solvente, emotiva y saltarina con la que se han liberado de la pesadez de los tempos lentos y llorosos que inundaban el disco anterior. (...)

1 Third (Portishead)

Portishead regresan de entre los muertos con una obra estremecedora. Con Third, su tercer disco de estudio en ¡casi tres lustros! dinamitan eso que alguien llamara "trip-hop" con una música más concreta que no por ello pierde ese hálito de magia que siempre han tenido. (...)
 

2009

5 Let's Change the World With Music (Prefab Sprout)

Paddy McAloon tira de repertorio, de sapiencia y de clase para dar una nueva lección de eternidad con ese pop que solo él sabe conjurar con la sencillez del que se toma un vaso de agua. Las canciones de este álbum, como la mayor parte de lo que ha escrito el británico, no tienen denominación de origen ni fecha de caducidad. Algo a lo que deberíamos darle el valor que se merece.

4 ...For the Whole World to See (Death)

Grabado en 1974 y escondido en un cajón durante treinta y cinco años, aquí tenemos la historia de otro ninguneo infame, el de un grupo que se adelantó a su tiempo y que fue único por muchas razones.

La primera radica en el hecho de que se tratase de un power trío formado por negros. En segundo lugar, los tres además eran hermanos. Y por último, tocaban rock. Y cuando digo rock no me refiero a un funk denso o a un rhythm & blues acelerado, no, hablo de ROCK con mayúsculas. (...)

3 Sometimes I Wish We Were an Eagle (Bill Callahan)

La sobriedad y la gravedad que siempre ha transmitido el cantautor norteamericano solidifican en este álbum adquiriendo una forma y unas dimensiones legendarias. Todo aquí apela a los paisajes inmensos, silenciosos e inabarcables de su tierra, una tierra que todos creemos conocer, pero que Callahan nos llena de fantasmas e incertidumbres a cada fraseo y a cada traqueteo. Un disco precioso y gigantesco como las alas de un águila en pleno vuelo.

2 Monoliths & Dimensions (Sunn O))))

Sunn O))) son tan intensos y tan bestiales que siempre me ha resultado un poco frustrante el no llegar a captar la inmensidad de sus discos. Podía perderme en tal o cual tema, en algún que otro drone con un sabor más especial, pero al final tenía que reconocer que, por mucho que me atrayeran, todo acababa enmarañándose en un bucle tan pastoso y tan sobrecargado que no se podía justificar disfrute ni atracción alguna. Pero lo cierto es que la atracción siempre ha estado ahí. Aquí está este disco para refrendarlo. Una obra maestra no solo dentro del canon de los de Seattle, sino entre los grandes discos de principios de este siglo. Un opus pétreo y monocorde como los monolitos de su título, pero también multifacetado y en flor como las dimensiones con las que completan su nombre. (...)

1 Merriweather Post Pavilion (Animal Collective)

(Ver arriba).

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