miércoles, 25 de marzo de 2009

loco en el coco/insane in the brain

En la historia del pop se han sucedido los casos de artistas de creatividad desbordante que coincidía con un estado mental, digamos, no demasiado estable. Los casos han sido numerosos, y por supuesto solo conocemos los más célebres. Los nombres que aquí propongo no son casos escondidos dentro del imaginario colectivo. Se trata de los de siempre, sí, pero puede que haya alguno por ahí que no los conozca. Por si acaso, allá van.

Syd Barrett (1946 - 2006)



El duende ácido que liderara a los primeros Pink Floyd siempre fue acusado de un comportamiento errático y ha llegado a ser calificado por sus conocidos como un ser intuitivo y frágil. Consecuencias del abuso del ácido o no, esto no sería suficiente para llamarlo loco, o mejor, mentalmente inestable. No, además de todo esto, Barrett sufrió esquizofrenia. Ya fuera por predisposición genética o ayudado por sus excesos y situaciones de estrés, toda esta locura es palpable en su obra.

Sin ser demasiado técnicos podremos detectar desviaciones en temas intrigantes y sugerentes como "Astronomy Domine" o "Bike" de 1969.

Brian Wilson (1942 - )



El líder de los Beach Boys también ha sufrido episodios de enfermedad mental. Tras el triunfo de Pet Sounds (1966) el californiano vio cómo se paralizaba la gestación de su mastodóntico proyecto ulterior, SMiLE. Según se cuenta, esta creatividad que le ardía en el cerebro junto al nacimiento de su primer hijo en 1968, fueron el detonante de un largo proceso de esquizofrenia o trastorno bipolar (no queda claro en las fuentes consultadas qué es lo que tení
a Wilson). Tampoco podemos olvidar el papel de las drogas en esta enfermedad. No creo que el introducirse en la cocaína por esas fechas ayudara precisamente.

En cualquier caso, Brian
Wilson es considerado uno de los compositores más grandes del rock norteamericano como atestigua su amplia producción con los Beach Boys. En cuanto a su faceta en solitario, habría que destacar que el proyecto inacabado, SMiLE, cristalizó de manera oficial en 2004. El disco, aunque grabado casi 40 años después, está pleno de brillo pop y aunque se trata de ideas algo sobrevaloradas, muestra en buena medida el talento obtuso y desquiciado de un creador mayúsculo dentro de eso que llamamos pop-rock.

Daniel Johnston (1961 - )




Este es sin duda un caso peculiar. Un cantautor pop auténticamente bizarro en su forma de cantar (un agudo que o te engancha para siempre o te irrita hasta la muerte), en sus melodías a la vez atractivas y retorcidas, y en lo casero de sus propuestas (empezó grabando cassettes a las que diseñaba la portada). Debido a esto último, el sonido de sus discos es deliciosamente amateur. Como tu vecino del quinto, con la peculiaridad de una enfermedad mental que lo mismo que lo ha ayudado a crear delicias cósmicas, le ha torturado hasta afirmar cosas como,

"Creo en Dios y ciertamente creo en el demonio. Hay ciertamente un demonio, y sabe mi nombre".

Con esta frase se abre el imprescindible documental sobre su vida titulado The Devil and Daniel Johnston. Es uno de los mejores documentos para apreciar el grado de locura e inspiración que desborda este personaje. También podemos apreciarlo en cualquiera de sus canciones como por ejemplo, "King Kong". Un incomprendido y perseguido. ¿Como él?




Sus estancias en instituciones mentales han sido prolongadas como el caso que nos sigue. No podía olvidarme del panorama patrio con el "gran" Manolo Kabezabolo (1966 - ), cantautor punk cuyos ataques esquizofrénicos lo retuvieron en un centro psiquiátrico hasta el año 2000. Daba conciertos gracias a los permisos que obtenía para pregonar su evangelio con temas tan suculentos como el pelotazo, "El aborto de la gallina", la prueba irrefutable de que Spain is different, pero no tanto.

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