martes, 27 de febrero de 2024

Abrasivos

(The Pop Group, 1979)

POST-PUNK EXTREMO. The Pop Group surgieron a finales de los 70 como respuesta al acomodo y a la masificación del punk. No sé si era esa su intención, pero sí que se puede contar entre sus logros. Y es que esta mezcla explosiva de rock afilado y libérrimo azuzado por los recitados de un Mark Stewart desatado y atacando a la melodía de manera frontal, supuso (supone y supondrá) una de las declaraciones más brutales de la historia del rock experimental. Todo eso se materializó en Y, su primera obra larga, como en ninguna otra. El disco que los convirtió en lo más punk que el punk pudiera haber imaginado ser jamás.

No es Y un disco fácil, al contrario, su exigencia se encuentra a la altura de su impacto. Pero precisamente por eso es imposible desdeñar el valor atávico de su sonido. Atávico por lo que tiene de terrenal y sanguíneo, no porque siga tradición alguna. Sin embargo sí que hay algo tradicional en este disco. Quizás haya que buscarlo en el tono tribal y en la imaginería salvaje, pero existe. En todo eso que enlaza de alguna forma con la iconografía paramilitar y el sudeste asiático. En ese paisaje de horror absoluto al que Coppola puso imágenes y entrañas en Apocalypse Now (1979). Un envoltorio perfecto para los susurros y gritos preñados de eco y los bajos musculosos, ambos provenientes del dub; para unas guitarras que acuchillan a traición; y para unos vientos salidos de la pesadilla de un jazzman cocainómano. 

Un intento de definición, todo esto, que no deja de ser eso… un intento. No hay forma humana de meter estas composiciones en ningún redil. Para encontrarles algo semejante hay que recurrir a cosas como el Metal Box (PiL, 1979), aunque estas siempre tirarán más para el Trout Mask Replica (Captain Beefheart, 1969). Por mucho que las relacionemos con lo que bulle en ese apabullante Prayers on Fire (The Birthday Party, 1981), tampoco podemos olvidar que los orígenes de todo esto también están en el trabajo de gente como The Red Krayola. En definitiva, lo roto y lo rítmico se dan la mano en esta obra atemporal y cruda que te reclama una y otra vez. Porque quitarse de la cabeza la obsesión de un temazo como "Thief of Fire" es sencillamente imposible.

Ah, y sí, no creo que haya alguien que no se haya dado cuenta todavía, pero el nombre del grupo es pura ironía. Mark Stewart te diría que no, que siempre han perseguido un corazón pop en sus canciones, como Brian Wilson. Eso ha dicho en alguna entrevista... Si es que en el fondo son unos cachondos.

★★★★★

A1 Thief of Fire 4:34
A2 Snowgirl 3:20
A3 Blood Money 2:56
A4 Savage Sea 3:01
A5 We Are Time 6:29
B1 Words Disobey Me 3:25
B2 Don't Call Me Pain 5:34
B3 The Boys From Brazil 4:15
B4 Don't Sell Your Dreams 6:37

Total: 40:11

Lo de Mark Stewart y este disco con la iconografía tribal y lo militar, con el sudeste asiático para ser más precisos, no se limita a un cierto artwork o a una manía más o menos repetitiva de disfrazarse. Más que eso, está en la violencia que conjuran, en lo sanguinario de sus diatribas, en lo pétreo de su base rítmica... En un sonido que iba de la mano de su actitud irreductible. Un todo por el que, con el tiempo, han sido reconocidos como unos precursores y como una banda auténtica e insobornable en sus convicciones.

 
 
Todo esto, de una manera más o menos indirecta, siempre me ha llevado a la singladura río arriba de ese Corazón de las tinieblas con el que Joseph Conrad denunció el colonialismo y la negrura del alma humana. Pero más aún, más directamente entrelazado con este ruido, veo la adaptación que Francis Ford Coppola realizó para el cine. Apocalypse Now fue un trabajo tan libérrimo como esta música. Una película sin ataduras de ningún tipo, sin límites, y que se materializó como lo hace una visión. Con todo lo onírico y todo lo irreal que rodea a las experiencias más físicas, duras y profundas de la vida. Un juego de espejos sobre el abismo en el que disco y película pueden verse reflejados en el otro.
 
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