NOISE ROCK. Esto se suponía que iba a ser la reconversión definitiva de Sonic Youth en nuevos profetas del grunge. Resulta curioso que un grupo que sirvió de inspiración para muchas de las bandas adscritas (voluntariamente o no) a esa corriente de los primeros noventa fuera a "rebajarse" a viajar en el furgón de cola de ese tren. Siempre han admitido su devoción por Nirvana y han sacado un split con Mudhoney. Vale, pero es que ¡ellos eran Sonic Youth! No se trataba de unos mindundis cualquiera, sino de la banda que había puesto patas el arriba el rock en los 80. Y eso se tenía que notar.
En esta zambullida de cabeza en el rock más o menos canónico no percibo
intereses económicos. Este grupo no paraba de reinventarse, de innovar,
de buscar ese otro ángulo desde donde exprimir el ruido. Y este disco es
un experimento hacia el rock & roll intenso, que no
convencional. Un rock de cara amable y corazón duro. Un rock de rompe y
rasga con las guitarras exprimidas con furia y la batería sonando como
nunca. Y quizás un disco con poca unidad y mucha dispersión. No puedo explicar los motivos, pero no me suena a álbum cohesionado, sino a colección dispersa. Lo que pasa es que el repertorio apabulla. No se me ocurre ninguna obra de los neoyorquinos que presente credenciales tan impresionantes. Temazo tras temazo, arman uno de sus momentos más inspirados e irrepetibles. Y eso no hay forma de vilipendiarlo…
★★★★☆
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