POP VENENOSO. El primer álbum. Todo urgencia, todo bisoñez. Parte encanto, parte irritación. Pop venenoso que en el páramo de la mitad de los noventa sonó más auténtico de lo que el tiempo es capaz de concederle. Puede que lo veamos claro ahora, pero no cuando Placebo abofeteó al establishment con este latigazo de ruido, dulce ruido.
Una colección de canciones soltadas con la energía adolescente, la rabia infantil de unos chicos que querían llegar para quedarse. Tuvieron y siguen teniendo su valor. Incluso se disfrutan de vez en cuando. Ahora todo se ha diluido por completo, pero en su momento llegué a pensar que era el mejor disco de ese año. Luego, el mejor de ellos. Más tarde... Bueno, ahora ni siquiera estoy seguro de eso.
Guitarras nerviosas que punzan los nervios, voz expresionista y una forma personal de jugar con la melodía y la agresividad. Todo un manual de estilo de pura actitud indie y mucho glamour. Aromas la mar de aparentes que acaban desvaneciéndose muy pronto, pero que son tan innegables como una bofetada con una rosa... Cargada de espinas.
★★★☆☆
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