La idea era convertirla en la nueva Aretha Franklin, pero parece que les salió James Brown. Con toda su energía atómica y toda su sutileza, porque aquí Janis empieza a matizar y junto a bombazos eléctricos imparables ofrece momentos de una dulzura inédita e irresistible. "To Love Somebody", "Little Girl Blue" o las partes más relajadas de "Kozmic Blues" son para enmarcar.
Janis no trataba de reinventar el blues, sino que jugaba con él a su antojo. Porque algunos discos no necesitan innovar para ser rompedores, y en este el soul explosiona como los fuegos artificiales. Por todo ello, por cómo me divierte, este es para mí su obra maestra. Una gozada de música negra creada por una blanquita endemoniada que supo cómo mutar el soul en el rock más ardoroso.
La publicación del álbum estuvo también marcada por la accidentada actuación de Janis en Woodstock apenas un mes antes del lanzamiento del mismo. Una actuación que no fue la mejor que dio la artista, precisamente. Tanto fue así, que vetó la publicación de esas imágenes en el vídeo conmemorativo del festival. Una vez oída la actuación, tampoco puedo decir que fuera tan censurable, aunque es cierto que el estado de forma de Janis no tiene nada que ver con lo visto y oído en ese Monterey Pop Festival en el que se salió del parchís.
La organización no ayudó nada, eso hay que señalarlo. La Janis que salió al escenario a las dos de la madrugada llevaba diez horas esperando su turno, cosa que, como podrán imaginar, contribuyó a que abusara de sustancias diversas de una forma descontrolada.
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