domingo, 26 de febrero de 2023

Raw power!

 Cheap Thrills (Big Brother & the Holding Company, 1967) 


BLUES ROCK. Hay álbumes que se convierten en clásicos nada más salir. Ese es el caso de este, que con esa portada mítica dibujada por Robert Crumb ya anunciaba que venía para quedarse. Bueno, por eso y por otros motivos: porque es un disco especial desde el concepto (parte en directo, parte en estudio y parte en falso directo); porque la interpretación de Janis es sobrecogedora. Ya lo dicen los dibujos de portada: "Janis Joplin canta, ¡y cómo!"; porque Big Brother demuestran que no son ningunos virtuosos pero meten ruído con ganas; y porque es todo carne y entrañas, soul, blues, rock y psicodelia.

A nadie se le escapa. El segundo disco de Big Brother & the Holding Company fue el principio de la leyenda. Y el final, ya que supondría la despedida de una Janis que estaba avocada a volar en solitario. No quedaba otra. A nadie se le escapa, digo, que si aquí empieza todo a fluir es porque Janis agarra el micrófono y no lo suelta. Es increíble cuando comparamos lo que hace la tejana aquí con sus tímidas aportaciones en un debut en el que parecía estar como de prestado.

Aquí, espoleada por los vítores que venía coleccionando actuación tras actuación, refrenda esa presencia eléctrica, esa furia ardiente y esa delicadeza terminal con la que era capaz de regalar al respetable y casi consigue enlatarla para la posteridad. Por eso será que este Cheap Thrills es el álbum que mejor ha retratado a la Janis primigenia, a la rockera, a esa sirena encallada y herida de muerte por el blues. Un disco tan imperfecto, tan impuro, tan de verdad, que te lo tienes que creer sí o sí.  
 
★★★★☆

A1 Combination of the Two 5:48
A2 I Need a Man to Love 4:55
A3 Summertime 4:01
A4 Piece of My Heart 4:16
B1 Turtle Blues 4:23
B2 Oh, Sweet Mary 4:16
B3 Ball and Chain 9:30
Total: 37:09

Este disco, entre muchas otras cosas, supuso el punto de unión entre dos luminarias de la contracultura desde ámbitos artísticos diferentes. Por un lado el rock psicodélico y jipioso de Big Brother & the Holding Company, con Janis a la cabeza, y por otro el dibujo burdo, voluptuoso, caricaturesco y colorista de un Robert Crumb que supo retratar el movimiento mejor que nadie.

Ahí nos queda esa portada para la posteridad. El inicio de una relación de amistad que trascendería lo profesional y que se percibe en el mimo y la gracia con la que unieron esfuerzos en un momento seminal en la historia de la música y la cultura norteamericanas.

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