SOUL INFLAMADO. La llamaban "Pearl" como ese fruto pecaminoso que era la niña de La letra escarlata (Nathaniel Hawthorne). Y como esa niña, fue una estrella fugaz que brilló con una luz inmensa y brevísima en un puñado de años dorados. En la transición de los 60 a los 70 parecía que a Janis le urgía algo. Cada disco era una huida hacia delante, un documento que registraba hasta qué punto el blues le ardía en la garganta, en el alma. Este disco supuso un nuevo cambio de músicos y nuevas ambiciones. Una obra de soul incendiado.
Este disco póstumo se tiene habitualmente por su obra maestra. Contenido y desgarrado, es el testamento en el que nos deja algunas de las interpretaciones más impresionantes que grabara (véase "A Woman Left Lonely", "Cry Baby" o "Get It While You Can"). Se ve que pretendía aumentar la variedad respecto a obras anteriores (rock, soul, folk, country, blues) y la paleta multidimensional convence. También puede estar algo sobrevalorado por el hecho de que a veces cueste separar el morbo de la paja. No olvidemos que el disco no está acabado, contiene un tema instrumental al que no dio tiempo a que Janis pusiera voz y un tema a capela que grabara tres días antes de morir. Esta hermosa amputación creo que tiende a marear al seguidor y cegarlo en demasía. Pearl es un gran disco, una impresionante despedida, pero deja bien claro que podía haber sido mucho mejor.
En definitiva, tremendo testamento, uno de esos discos a medio hacer, más encantadores que perfectos, más reveladores que redondos. Un álbum clásico que muestra el inmenso potencial cercenado de la dama del blues. Todavía tenía mucho que decir, pero todas estas conjeturas son inútiles. Tan solo podemos recrearnos en su breve obra, el doloroso legado de la que prefirió arder a consumirse poco a poco.
★★★★☆
"Pearl", así se hacía llamar Janis en sus últimos tiempos. Un homenaje voluntario o no a La letra escarlata, novelón decimonónico de Nathaniel Hawthorne. Más concretamente al personaje de la niña, la materialización del pecado surgida de un amor prohibido. Una letra que la protagonista adorna en bordados de fantasía cambiando su significado ominoso. Como hace con esa hija a la que viste de un rojo escandaloso para dejar claro que no solo no es culpable, sino que todo ese juicio sumarísimo al que la someten no tiene nada de justo ni de piadoso.
Así se nos aparece Janis en la portada, reclinada en un sofá, vestida con sedas y plumas de época y riendo insolente y libre. Como siempre fue y como siempre será recordada. Poco podía imaginar en esa sesión de fotos que su vida se apagaría antes de ver publicado este disco. Salió apenas tres meses después de su fallecimiento y aún hoy sigue maravillando a todo aquel que se acerca atraído por la voz de una de las cantantes más prodigiosas, portentosas y flamígeras que ha dado el rock.
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