RHYTHM & BLUES URBANITA. Podría ser rock urbano. Los ingredientes los tiene, la mala leche corre sin pudor, la cerveza salpica por doquier y, sin embargo, algo ha debido intervenir en la preparación de este plato que lo sitúa a años luz de ese rock de garito tan propenso a consignas calimocheras y cutrez de garrafa.
A primera vista lo diferencian los textos, muy superiores a la media, que sitúan a Josele Santiago como una de las plumas más sobresalientes de su generación. Pero es que la música también descolla entre la camarilla urbana con todas estas tonadas de rock sureño y rhythm & blues regadas con una voz asolada por el desgaste existencial. Aquí veo yo demasiados huesos, demasiada calidad y demasiada literatura como para pasarlos por alto.
Un obrón monumental hecho de canciones de alta graduación que explican la única verdad, que la vida se acaba. Ese es el hilo conductor de un álbum que es un diálogo de igual a igual con un Dios sordo y necio. El tercer disco del mito de Malasaña juega con el morbo, escupe verdades e impone su ley malsana. "La sangre aún me hierve", dicen. Pues va a ser que sí. Duro, pero duro de verdad.
★★★★☆
Como Bob Dylan o los Rolling Stones, dos de sus referentes más indudables, los Enemigos se permiten el lujo de dejarse fuera del disco (para la edición original en vinilo) un temazo de esos que sostienen discografías completas. La historia de "Paquito" ✠, la cual podemos disfrutar en el CD, es de esas que aspiran a himno generacional.
No quiero decir que se pueda corear puño en alto, pero en toda su crudeza y su denuncia devastadora nos transporta a una infancia que no es todo lo dulce que nos gusta recordar. Antes que ese "Jeremy" con el que Pearl Jam reventaron la banca, Josele Santiago y los suyos ya sabían lo que es que te crujan los huesos antes de tiempo.
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