miércoles, 20 de septiembre de 2017

Toxicosmos

Una semana en el motor de un autobús (Los Planetas, 1998)
 

POP GALÁCTICO. Un año después de OK Computer (Radiohead, 1997) Los Planetas rompen la baraja con un disco que se mira en la grandeza de ese. Un disco que, como el reseñado, habla de toxicidad y desgarro. Transmuta la crítica a una sociedad deshumanizada por su idolatría tecnológica para hablarnos de otra deshumanización: la de las relaciones, en realidad lo que siempre había tratado J en sus canciones, nada nuevo. El desgarro, el rencor, la venganza, el arrepentimiento y la evasión que proporcionan las drogas. No parecen tener mucho que ver, pero yo siempre he visto un paralelismo entre estas dos obras. Quizás por su coincidencia temporal, quizás por su grandeza.

El caso es que en su tercer disco Los Planetas tocan el cielo. Con la incorporación, ahora sí, definitiva de Eric Jiménez a la batería y la colaboración de Banin a los teclados, llevaron su sonido a una nueva dimensión. Empaque y dureza rítmica mezclada con la evanescencia de unos sintetizadores que envuelven algunas canciones en ruidos de otra galaxia, se iban a convertir a partir de este disco en uno de los sellos más característicos de la banda. Lo demás sigue ahí, aunque amplificado. La desgana al cantar de J, su poética cercana y críptica a la vez, y la heterodoxia mágica de Florent a las guitarras. Lo sé, uno de los guitarristas de nuestra vida.

Sería demasiado fácil explicar la hondura de este disco con esos elementos. No, su secreto no está tan a la vista. Es todo, la conjunción de un puñado de detalles, su sonido, sus melodías, sus historias tan cercanas, tan vívidas, tan certeras. Este disco te toca en la línea de flotación y te hunde sin remedio. En toda su insustancialidad acaba revelándose serio, grave, hondo, inabarcable. Una semana en el motor de un autobús es un ajuste de cuentas. Con el pasado, con el amor y con todo lo que estaba por venir. Se puede intentar fiscalizarlo, sí, han pasado muchos años ya, pero es inútil. Lo era cuando salió, lo es hoy y lo será siempre. Guardianes de la moral y el buen gusto, uno de los mejores discos en castellano de la historia. Hala, a rasgarse las vestiduras.

★★★★★

1 Segundo premio 5:31
2 Desaparecer 4:03
3 La playa 4:01
4 Parte de lo que me debes 5:36
5 Un mundo de gente incompleta 4:44
6 Ciencia ficción 2:41
7 Montañas de basura 3:46
8 Cumpleaños total 3:07
9 Laboratorio mágico 3:55
10 Toxicosmos 7:41
11 Línea 1 4:13
12 La copa de Europa 9:33
Total: 58:51
 
"Segundo premio" es una de las canciones señeras del disco. Canción de amor despechado con la humillación por bandera, también carga con la leyenda de que se refiere a un concurso de maquetas de una prestigiosa publicación en el que quedaron segundos.
 
Para compensar, el disco se cierra con "La copa de Europa", el reverso de su apertura, el primer premio y la felicidad absoluta, un concepto que difícilmente casa con lo taciturno de la propuesta planetaria.

"Se trata no sólo del disco más importante publicado por un grupo nacido del indie, sino también uno de los mejores trabajos de pop en castellano desde que el pop en castellano existe" (Jesús Llorente)
 
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