ROCK & ROLL. Esto es claramente un error. No se me ocurre otro calificativo para el primer documento oficial en directo de David Bowie. Podía haber sido lo que anuncia la portada, un disco elegante, majestuoso, que hiciera justicia al poder legendario del camaleón sobre el escenario. En cambio se quedó en una obra apresurada, machacona y de sonido cutre que a duras penas nos traslada al mundo mágico que el londinense era capaz de fabricar en directo.
Lo del sonido incluso puede tener su pase. El verdadero problema está en los arreglos, que llegan a ser auténticamente ratoneros en algunos temas. Así, con todas las letras. Vean e ilústrense con la penita que llegan a dar cosas como "Rebel Rebel", "Moonage Dream" o "Aladdin Sane".
Y no es que no haya cosas interesantes. Lo mejor del disco es la posibilidad de encontrar novedades como ese "All The Young Dudes" que escribiera Bowie para Mott the Hoople o esa versión del "Knock On Wood" de Eddie Floyd. Sin ser maravillosas, pueden saciar la curiosidad del voyeur más interesado en glosar todos los movimientos del cantante. También veo deleite en el pico de intensidad iniciado en "Cracked Actor" y continuado con una "When You Rock 'n' Roll With Me" que empieza jazzy y culmina como el himno eléctrico que es. Ahí sí, rock 'n' roll animal.
Con todo esto, que el disco se sostenga y acabe teniendo hasta su dosis de interés, se debe simplemente al peso específico de un temario impepinable. Eso es lo que manejaba Bowie en esa época dorada de principios y mediados de los 70. Así es imposible que algo salga mal. Regular en todo caso.
★★★☆☆
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