POST-GRUNGE. Scout Niblett se alía con Will Oldham para ofrecer su versión del grunge a más de una década de la defunción del género. Para ello le lava la cara a base de folk y se deja ayudar por el genio de Louisville en unos cuantos duetos de pellizco, y por el gran Steve Albini en la producción. ¿Qué podría salir mal? Nada, a priori y poquísimo en definitiva.
Niblett engarza las catorce piezas de su cuarto álbum en un rosario hermoso y cruel santificado a la devoción de Hole, Mudhoney y, cómo no, Nirvana. Y la pieza resultante es de una belleza primitiva fruto de una desnudez instrumental tan intimidante como sugerente. Lo mismo se acompaña de la guitarra acústica que de la fiereza más eléctrica o incluso de una simple batería. Cualquier pedazo rítmico le sirve para aventar su quemazón.
Las comparaciones con féminas como la mencionada Courtney Love (Hole) no se han hecho esperar. Y por extensión, pocos se han olvidado de mencionar a PJ Harvey o a Cat Power. Es innegable que hay un cierto poso común, pero Scout Niblett templa su acero en otras aguas y posee empaque, sensibilidad y rabia suficientes para resultar creíble y necesaria. Un disco poderoso, no les quepa duda.
★★★☆☆
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