El veredicto, sin embargo, es más bien tibio. Aun contando con momentos más que interesantes, el tono general es mayormente pacato y con poca garra. Las cuerdas dan grandeza y solemnidad a cosas como "Soy gitano", "Dicen de mí", dolorosamente profética, o una impresionante regrabación de esa "Nana del caballo grande", que ya era enorme en "La leyenda del tiempo" (1979).
Un disco en el que percibimos que algo en Camarón se va apagando. O serán los prejuicios del que se acerca a esta película sabiendo lo que pasa al final. Mucho Lorca y mucho bajo eléctrico redondean un trabajo que, esta vez sí, admite la etiqueta de flamenco nuevo sin matices. Y no precisamente por sus bondades. Más bien por cosas para mí dudosas como esa "Casida de las palomas oscuras" o esa "Amor de conuco" a medias con Ana Belén y con la guitarra de Raimundo Amador. La verdad es que esta última parece una cosa entre Kiko Veneno y Pata Negra, pero no me resulta creíble en la voz del maestro.
Un disco triste, por tanto. Porque la idea era buena, pero la ejecución, no tanto. Como toda la obra del de San Fernando, te permite sumergirte en él sin mayores problemas, pero conociendo lo que ha sido capaz de facturar, esto es demasiado insípido como para deleitar al seguidor fiel. Podría haber sido peor.
★★★☆☆
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