Perth, AUS
Tame Impala es el hijo biológico de Kevin Parker. El australiano se rodea de una banda más o menos regular básicamente para sus directos, ya que lo que suena en sus discos es en su práctica totalidad tocado y producido por él mismo.
Lo que ofrecen no es lo más original del mundo, una neo-psicodelia que busca el sonido definitivo, llena de flangers, ecos y atmósferas turbias o de un preciosismo y una inmensidad oceánicas. Lo que ya hemos visto en figuras como Spiritualized o My Bloody Valentine, pero con una personalidad más que marcada.
También apela a los clásicos de los 60, los primeros Pink Floyd, The Beatles y Syd Barrett a la cabeza. Todo en una batidora que tiene al pop en el centro de todo y que busca la catarsis colectiva en unos conciertos que son una auténtica celebración por parte de un público siempre entregado a la penúltima causa del indie más masivo. Pocos grupos han recibido loas tan unánimes en esta segunda década del siglo XXI. Merecidas, creo, aunque no esté yo entre sus acólitos más fieles.
DISCOS RUID0
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