lunes, 14 de septiembre de 2020

Horizontes artificiales

Orizzonti perduti (Franco Battiato, 1983)

TECNOPOP. Atento siempre a la última tendencia, Battiato se pasa al tecnopop, el último aldabonazo en la puerta de la cultura popular en esos años. No debería sonarnos tan extraño, ya que el italiano empezó haciendo rock progresivo y fue mutando a otras cosas que incluían toques, por ejemplo, de krautrock. Y de ahí a Kraftwerk y a buscar el calor en la gélida electrónica hay un paso.

Y aunque el primer impulso es tomarse esto a broma, como un capricho pasajero que no va a ningún sitio, lo cierto es que hay aquí más enjundia de la que pueda parecer. Mucha más, sin ir más lejos, que el tedio que anega su disco anterior. Un atractivo que está, como siempre, en las letras, en las que ataca al mundo occidental mientras denuncia su decadencia y en las que sigue reflejando sus viajes y su experiencia vital, de África al Tíbet en este caso.

Un magnetismo que también tiene su explicación en una música pizpireta y profusamente orquestada. Unas melodías alegres y evocadoras al mismo tiempo. Ahí está esa fantástica "La stagione dell'amore" con la que abre el disco; esa deliciosa "Mal d'Africa"; o esa increíble "Un'altra vita", para mí, una de sus mejores partituras de siempre, aunque tengo que decir que no se acerca a la regrabación que haría más tarde para el recopilatorio "Battiato" (1986), dando protagonismo a las cuerdas y elevándola a la eternidad.

Resumiendo, Battiato remonta el vuelo con su decimotercer trabajo. Un disco en el que se pone su disfraz más frívolo para seguir contándonos verdades gigantescas. Podría haber sido mucho mejor, pero admitámoslo, cuando empezó a sonar por primera vez no dábamos un duro por él.

★★★☆☆

A1 La stagione dell'amore 3:49
A2 Tramonto occidentale 3:15
A3 Zone depresse 3:32
A4 Un'altra vita 3:45
B1 Mal d'Africa 3:56
B2 La musica è stanca 3:55
B3 Gente in progresso 3:34
B4 Campane tibetane 3:12
Total: 28:58

Era cuestión de tiempo. Para un personaje tan espiritual como Battiato, meter al Tíbet en sus canciones era cuestión de tiempo. Una elección muy natural para un álbum tan viajero como su creador. Una elección ineludible, en realidad, porque el recogimiento, la meditación y la trascendencia del budismo y toda esa cultura de los monjes y los lamas parece que le fuera como anillo al dedo. 

Battiato ≈ ¿el Leonard Cohen italiano?

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