Bongo Fury (Frank Zappa, 1975)
JAZZ & BLUES. Los músicos seguirían. Algunos, claro, pero ya no habría más discos
firmados por The Mothers (of Invention). Este documento medio en
estudio, medio en directo, iba a ser el último zarpazo de la banda que
siempre se relacionará con el mito de Baltimore. También es este el
disco en el que se estrena el prodigioso Terry Bozzio a la batería,
detalle que se percibe con la claridad de un mazazo.
De todas
formas, si este disco es famoso por algo es por juntar a dos amigos en
horas bajas, como eran Zappa y Don Van Vliet, Captain Beefheart para el
arte. Según parece, su amistad no estaba en su mejor momento y el tour
en el que se embarcaron sirvió para curar heridas, además de para
entregar para la posteridad un medio-directo crujiente y rebosante en
cuanto a potencia eléctrica, dinamismo percutivo y rajo vocal.
Seguro que será la conjunción de todo eso, esta mezcla, esta fusión de personalidades tan fuertes, la que acaba elevando a este disco un poco por encima de los inmediatamente anteriores de ambas eminencias. Muy poco, sí. Aquí Zappa sigue con licencia para volar y nos suelta los chistes privados de rigor, pero de alguna forma la tontería está como más diluida en una mezcla fuerte y aguerrida, un jazz blues que no toma prisioneros y que se expresa con una autoridad y una precisión cortante como una cuchilla de afeitar al rojo.
★★★★☆
El disco fue la culminación de una gira por tugurios que reunió a un Zappa y un Van Vliet que no pasaban por su mejor momento en cuanto a amistad. Una relación que había sido fructífera hasta decir basta y que se había prodigado en colaboraciones por parte de ambos, tanto en la faceta interpretativa como de producción, y que culminaba aquí en este disco pretendidamente sanador y que fue grabado en Austin, tierra prometida para todo el que quiera ser alguien en la música de raíz norteamericana.
Curiosamente, o no, estos dos personajes están en las antípodas de lo ortodoxo y en las antípodas, por tanto, de esos paladeadores de guitarras acústicas y tabaco de mascar por la que es conocida la ciudad texana. Por eso, no me queda claro si el irse a grabar allí fue un homenaje o una provocación, pero está claro que era una decisión muy lógica viniendo de estos dos gigantes. Y también es lógico que este disco no satisfaciera a casi nadie. Ni los seguidores de uno ni de otro acabaron de entender qué pretendía cada uno. Cosas de la vida.
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