Sheik Yerbouti (Frank Zappa, 1979)
JAZZ & BLUES. Está ampliamente consensuado que estamos ante una de las obras capitales de Frank Zappa. Decidido a romper las pocas bridas que siempre le han atado, el artista despliega su genio en un disco doble en el que vierte absolutamente todo lo que lo ha hecho grande. Bueno, y tampoco se guarda nada de todo aquello que lo ha hecho el más insufrible del panorama. Pero nada en absoluto.
Así, este "Sheik Yerbouti", que juega con la expresión "shake your booty" (mueve el trasero) en su título, es lo más Zappa que Zappa haya grabado nunca. Solos de guitarra catárticos, jazz, blues, música concreta y gilipolleces innombrables conforman un viaje detallado y casi aleatorio por el universo de uno de los creadores más respetados, iconoclastas y pesados de la historia. Y es que si llegas a este disco después de haberte zampado buena parte de sus hitos, lo cierto es que tampoco te va a parecer para tanto.
Eso me pasa a mí al menos. Esperaba una obra expresiva y epatante, fruto de las habilidades del genio conjuntadas con el buen hacer de gente que respeto hasta la idolatría como Terry Bozzio (batería) o Adrian Belew (guitarra). Y en términos generales, eso es lo que me encuentro, a pesar de que la participación del último se limita a la rítmica y a solo un par de guitarras solistas junto con, eso sí, la impagable imitación de Bob Dylan en "Flakes".
Este último punto es quizás lo más interesante del disco, esto es, la intensificación y exageración de los elementos humorísticos, paródicos y a veces ofensivos. Sí, es en las letras donde Zappa se vacía, dejando las melodías en un segundo plano, hecho que quizás sea el culpable de que esta obra maestra elegida casi unánimemente no me hiera como el grueso de sus discos anteriores. Bueno, eso y el hecho "sin importancia" de que aguantar al señor Zappa durante hora y pico no está hecho para todo el mundo. Por mucho que nos vuelva a colar glorias inmaculadas en forma de jam insaciable, que lo hace y mejor que nunca, en unas cuantas ocasiones.
★★★☆☆
Ríamonos un poco. Seguro que Frank lo entendería. Puede que nadie más en el mundo, eso sí, porque comparar este artefacto que adolece de varias enfermedades mentales con la sobriedad clásica de "Lawrence de Arabia" (1962) es rizar el rizo hasta niveles espectaculares. No me voy a molestar en buscar paralelismos entre este disco y la película de David Lean. Sería una tarea futil, pretenciosa y solo podría basarse en falsedades. Que no pueda evitar pensar en ella es una de esas simplezas que a menudo me asaltan. Sí, el thaub en el que se envuelve Zappa tiene toda la culpa. Seguro que también la pose... Pero nada más. Algo es algo.
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