ANARCOPUNK. Solo habían pasado un par de años desde su imberbe debut y al poner este disco te das cuenta de inmediato de lo mucho que han avanzado. El sonido del grupo se ha hecho más carnoso y más tridimensional. Las guitarras siguen doliendo, y más si cabe, el bajo se distingue con una claridad maliciosa, las soflamas de G. W. Sok suenan más urgentes e hirientes que nunca, pero lo que destaca sobre todo es la amplitud dinámica que gana su discurso con la pegada de Wim a los tambores.
Es la inclusión del nuevo batería lo que más hace subir enteros a una banda que, ahora sí, suena decidida a comerse el mundo. O al menos a morderte en la yugular en cuanto te descuides. Un frenesí rítmico clave en que nos traguemos sin pestañear esta andanada de veinte balazos en apenas media hora, aunque tampoco había que exagerar la euforia ante el hallazgo, ya que el percusionista sería sustituido tras este álbum.
Un puesto que ocuparía durante un par de grabaciones un tal Sabien hasta la llegada de Katrin, Kat para el arte, baterista más o menos icónica y definitiva de la banda. Otra historia que por mucho que merezca ser contada no es lo que nos ocupa aquí. En esta vuelta de tuerca a sus postulados, The Ex siguen sonando a Wire con ese puntito de krautrock a lo Neu! que no deja de arrimarlos a la metalurgia de Big Black, Shellac y todo lo que haría Steve Albini algunos años después. También, ríanse si quieren, escucho claramente de dónde Sleaford Mods han sacado buena parte de su vitriolo digital.
Muchas referencias y, sobre todo, mucho poder de influjo para un grupo al margen de la corriente principal. Un grupo underground por convicción y desde las entrañas al que siempre han prestado atención los más inquietos de la clase. Por eso nos gustan tanto a pesar de su brutalidad no siempre bien matizada. Personalmente situaría el comienzo de ese poder de atracción en esta obra que creo que marca un antes y un después en su evolución.
★★★☆☆
Este disco es el sonido descarnado de la historia. Desde su denuncia brutal antigubernamental, su defensa del movimiento okupa y su ataque a la excesiva mecanización del trabajo, The Ex se posicionan en el lado más humanista de la vida.
Y eso lo reflejan también en una portada que retrata a la banda de música del campo de concentración de Janowska en lo que hoy es Ucrania. Esas bandas que, como ellos, siguen tocando en medio de la aberración. Esos mismos músicos que fueron ejecutados mientras tocaban.
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