STONER ROCK. Las gallegas llegan a ese callejón sin salida en el que se desenvuelven como nadie. Como si su música necesitara de toda esa claustrofobia para florecer negra y brutal. Con este disco demuestran que la escasa libertad de movimientos hacia la que las aboga su hermético estilo no deja de ser una ventaja a la hora de obligarlas a redoblarse en sus instrumentos, de buscar el matiz en el alarido, el silencio y toda la gama de grises que hay entre uno y otro. Y con este esfuerzo titánico demuestran que a poco que se apliquen, tenemos dúo aquí para rato.
Si algo destaca en este álbum, por encima de la abrasión de rigor, es su apertura, con una "Agitar" en la que le dan la vuelta a las reglas del juego y a las dinámicas a las que nos tenían acostumbrados para entregarnos su tema más brutal, más que posiblemente, el mejor que hayan escrito hasta la fecha. Una canción que huele a pólvora y a tierra quemada. Una barbaridad que no deja prisioneros y que arrasa con todo, tanto en lo musical, como en esa mezcla de nostalgia, fragilidad y sangrienta autoafirmación con la que nos golpea su letra.
Todo un avance que introduce un álbum que tampoco se acaba saliendo de las coordenadas que hasta ahora han manejado Anxela y Violeta. Ni lo pretenden ni lo necesitan. Por mí todavía pueden seguir insistiendo en su barbarie tectónica, en su tremendismo vocal y en su obsesión rítmica. El diálogo que vuelven a establecer aquí es creíble, duro y casi físico. Entre tanta tibieza como impera en la música actual, creo que es más que suficiente para que las adoremos como una de las mejores noticias de la independencia artística de este puñetero país de países.
★★★★☆
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