American Caesar (Iggy Pop, 1993)
ROCK. "Me apoderaré del destino agarrándolo por el cuello. No me dominará". (L. V. Beethoven)
Así se afronta la madurez. Con un par. Siempre que se pueda, porque tampoco es cuestión de ir dando saltitos en mallas a los 46 años. Pero está claro que Iggy puede... Con lo que sea. Si a alguien le queda alguna duda, que se ponga este disco, que está hecho con las ganas del primero y la madurez necesaria para pulsar todas las cuerdas emocionales que un oyente demanda. Los momentos salvajes no quedan cojos si se les coloca al lado de glorias pasadas con los Stooges. Hablo de "Wild America", "Hate", "Boogie Boy" o "Louie, Louie". Seguro que si Richard Berry la oyera diría "pa ti pa siempre". Pura energía atómica.
Otra cosa buena del disco es que aprovecha casi a la perfección su formato doble. O quizás no tanto, de esto no estoy seguro al cien por cien. Es cierto que donde la mayoría se convierten en artilugios engorrosos, este disco triunfa en el global. Y lo hace porque aprovecha su minutaje para tocar una variedad de palos inusitada en la carrera de este "zoquete" ilustrado. Rock sin desbastar, country de carretera ("Highway Song"), medios tiempos sudorosos ("Beside You", "Mixing the Colors") e incluso un experimento de arte-denuncia ("Caesar") más bien prescindible, tampoco nos calentemos demasiado.
Si la madurez es sentirse libre de ataduras y con la conciencia salvaje intacta, bienvenida sea. Iggy entró en ella ardiendo por la puerta grande con este disco. Algunos artistas se reinventan a base de explorar sus obsesiones. Y eso no es repetirse. Bueno, un poco sí. Que importa menos cuando se hace así, vale, pero mucho de lo que suena aquí es más que previsible. Por mucho que me guste.
★★★☆☆
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