Flip Your Wig (Hüsker Dü, 1985)
POST-HARDCORE. Se hace difícil no rendirse al cuarto álbum de los de Minesota. Con los años hasta el bueno de Bob Mould lo encumbra como lo mejor que grabaran nunca. Por mucho que yo sea más de Zen Arcade (1984), el que lo empezó todo, tampoco puedo resistirme al encanto de una obra que, desde luego, es la que mejor suena de todas. Bueno, eso con matices, porque la autoproducción del grupo me parece la más profesional, pero también suena mecánica y como a lata en muchos momentos. Una lata muy sólida y resistente, pero con poca vida al fin y al cabo.
En lo que sí triunfa la producción es en dotar de una potencia ilimitada a su depuración obsesiva de ese power pop que descubrieron pronto y que aquí es donde encuentra su forma definitiva. Temas que han influido a casi todos en el movimiento. Desde Dinosaur Jr. ("Flip Your Wig") a Pixies ("Find Me"), las deudas con este disco son demasiadas como para ser enumeradas. La banda venía pidiendo una oportunidad a los mandos desde el disco anterior. Allí la compañía se puso farruca y no cedió, pero en este les dejaron esa libertad que los grandes saben traducir en obras personales y duraderas.
Y será porque hicieron lo que quisieron o porque las musas les eran propicias, pero esta colección de canciones impresiona por su redondez y su excelente forma física. Ni un gramo de grasa vamos a encontrar aq... Bueno, sí, por supuesto, esa "The Baby Song", que Grant Hart dedica a su bebé, no debería haber visto la luz del día. Cosas que pasan. Cosas que se pueden tapar muy bien con la gloria excelsa de "Flip Your Wig", "Green Eyes", "Divide and Conquer", "Games", "Find Me", "The Wit and the Wisdom" y tantas otras canciones inolvidables. Temas que parecen mentira viniendo después de lo que vienen, de una racha de tres álbumes en año y medio que no creo que nadie haya podido superar jamás.
★★★★☆
Hüsker Dü no son los únicos que han exprimido su inspiración contra reloj con resultados inapelables. Los de Minesota pueden codearse, sin sentirse menos, con luminarias de la talla de Creedence Clearwater Revival y los cinco pepinos que sacaron entre 1968 y 1970; o las cinco joyas que se marcaron los Rolling Stones entre 1968 y 1972; o los otros cinco discazos que sacaron los Beatles entre 1965 y 1968.
Así está la cosa. Y si para entender a un grupo, tenemos que compararlo con los tres mencionados, creo que queda claro el nivel del que estamos hablando.
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