All Mod Cons (The Jam, 1978)
MOD ROCK. Virulento, enérgico, con una base rítmica imaginativa como el demonio... El tercer disco de The Jam suena tan británico... Y a pesar de eso, más que punk, habría que llamarlo rock en un sentido más amplio. Un rock elegante, moderno, sí, "mod". Canciones con magma rítmico, como el cañonazo de salida "All Mod Cons", "David Watts" de sus adorados The Kinks, "'A' Bomb in Wardour Street", preciosidades como la contemplativa y melancólica "English Rose", una valiente canción de amor en la que Weller se queda en pelotas emocionalmente hablando, y relatos urbanos de sentida realidad ("Down in the Tube Station at Midnight") completan un disco de los que ya no se hacen, porque realmente, ya no se puede.
Ojalá fuera posible, pero todos sabemos que no vamos a encontrar nada en nuestros días que se acerque a estos clásicos. Porque están muy bien elaborados y mejor ejecutados. Porque contienen la vibración de lo que pasaba en su entorno más cercano en esos momentos, pero a la vez la dosis suficiente de universalidad como para que sigan sonándonos visionarios y atemporales. Todo eso tiene este rock capaz de atravesar los océanos del tiempo y el espacio.
La crítica fue prácticamente unánime con este álbum. Estaba a años luz de todo lo que había hecho el grupo hasta ese momento. Y estoy muy de acuerdo. Aun dándole su valor a un debut que me sigue emocionando, este tercer disco es lo mejor que el grupo despachó en toda su carrera. Weller aprendió a jugar con el costumbrismo sin dejar de sonar moderno, se abrió en canal sin miedo al qué dirán y mostró su filiación más que evidente hacia la lucha de clases y el humanismo más social. En cuanto a su sonido, la banda se había convertido después de tres años en la carretera en una máquina trituradora de estilos con el rock 'n' soul en sus entrañas. Un grupazo capaz de dar forma a lo que pasaba por sus cabezas como nadie. Eso era lo que los diferenciaba del resto, lo que los hacía especiales y lo que los lanzaba directos a las estrellas.
★★★★☆
Hay otros discos que me producen el mismo efecto, pero este es de los que más. Inglaterra, y no el Reino Unido, resuena vibrante, apasionada y también descarnada, en una obra que la celebra y la critica. Un disco consciente de sus orígenes, a los que alaba y vilipendia, acaricia y escupe. Por eso será que All Mod Cons suena tan real, tan entrañable y tan malencarado. Con todas las caras de la moneda, con la bonita y con la abyecta. Sin duda, lo lograron. No se puede ser más de verdad.
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