En tránsito (Joan Manuel Serrat, 1981)
CANCIÓN DE AUTOR. Pienso en Bob Dylan y en cualquier gran artista con una carrera dilatada y por tanto llena de altibajos. Por muy malo que sea un disco suyo, siempre hay un par de temas que merecen la pena y en muchas ocasiones el desembolso. Pues eso, que no es muy reconfortante, también hay que decirlo, es lo que ocurre con el decimosexto álbum del noi del Poble-sec, como mínimo, el punto más bajo en su producción hasta ese momento.
Y es que el disco que inauguraba la década de los 80 para el cantautor ya anunciaba lo que se le venía encima. Un puñado de canciones tan bien arregladas como inanes, tan estudiadas en lo lírico como insípidas. Con las excepciones de rigor, claro está, pero más que sintomático del nivel de acomodo de un artista que también es cierto que se esfuerza en retratar el día a día y denunciar lo que a su juicio no funciona en esta sociedad. Intención más que loable, pero que resulta insuficiente a la sombra de sus espeluznantes logros pasados.
Y eso que el disco empieza con un constructo bastante interesante: una canción que se disfraza de carta de reclamación por los desmanes a los que nos someten los de arriba. Una idea curiosa que incluye el fusilamiento perfecto de un lenguaje administrativo que resulta chocante, pero que el artista no acaba de redondear en lo musical y que al fin y al cabo es signo preocupante de que si lo máximo que podíamos esperar ya de Serrat era esto, ocurrencias más o menos ingeniosas, apaga y vámonos.
Por suerte no es lo único ni lo mejor de un disco mediocre sin posibilidad de eufemismo. Nos quedaremos con "Esos locos bajitos", más que por la melodía, por esas frases que se han clavado en la memoria colectiva: "Niño, deja ya de joder con la pelota. Niño, que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca". Y con ese cierre titulado "Hoy puede ser un gran día", que aunque sea por la fuerza bruta del soniquete, se ha convertido en uno de los temas más esperados en sus conciertos. ¿El que tuvo, retuvo? En los detalles apreciamos que sí, sin duda. Otra cosa es el conjunto, ahí no lo veo nada claro en una obra que parece estar hecha de pólvora mojada. Pura y simplemente.
★★☆☆☆
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