João voz e violão (João Gilberto, 2000)
BOSSA NOVA. Después de nueve años sin material nuevo, João Gilberto se mete de nuevo en el estudio poniéndose en manos de Moogie Canazio. Este decidió que lo mejor era eliminar los auriculares durante la grabación, ya que si Gilberto tocaba sin ellos en casa, lo mejor era hacerle sentir como si estuviera allí. La cosa parece que funcionó, porque con solo un minuto y medio de grabación el artista pidió al productor escuchar lo que había registrado. Lo que oyó no pudo satisfacer más al bahiano, que elogió a Moogie diciéndole que por primera vez alguien había sido capaz de grabar su alma.
Con esta información es difícil que nuestras defensas no se vengan abajo incluso antes de escuchar el disco. Una obra para la que Gilberto vuelve a valerse de sus tótems más sagrados, de Jobim a de Moraes o de Veloso a Gil. También incluye una canción de Margarita Lecuona en castellano, y también se da un paseo algo innecesario, pero igualmente conmovedor, por algunos de los temas en los que puso su sello décadas atrás. Puede que no necesitemos otra nueva versión de "Desafinado", o de "Eu vim da Bahia", o de "Chega de saudade", pero ver que con esa nueva voz de Gilberto, más madura y más macerada, nos siguen pellizcando el alma de la misma forma que hacían décadas atrás es algo que da fe de su inmortalidad.
El título es claro y conciso: el bueno de João, su voz y su guitarra. No parece que aquí el artista pretendiera romper molde alguno como sí que había hecho en sus comienzos. Más bien parece que busca hacer recuento, empezar a dejarlo todo atado, cerrar el círculo. Y esto último lo hace culminando el disco con la canción con la que empezaba en ese estreno que publicó en 1959. Un detalle precioso, porque, lo supiera o no, este iba a ser su último álbum de estudio. Algo que no es baladí y que acaba poniendo todas las piezas en su sitio. Y no lo olvidemos, si hacemos caso al guitarrista, al final del camino, después de cuarenta años, por fin podemos deleitarnos con el alma de João Gilberto registrada en el éter de la posteridad. Sin embargo, pienso que este hecho acaba siendo más importante para el cantante que para nosotros.
★★★☆☆
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