★★★★☆
East Kilbride, Scotland, UK
The Jesus and Mary Chain se caracterizan por su búsqueda constante de un sonido que evoluciona vivo y vibrante. De la distorsión terrorífica de su primer álbum al arrebato rockero más clásico del tercero, pasando por la introspección ensoñadora del segundo. Solo tres ejemplos de lo mejor que hayan publicado, piezas deseables en cualquier discoteca seria. Con el espíritu de la Velvet Underground sobrevolando se lanzaron a explorar el lado oscuro del feedback con Psychocandy, su obra maestra absoluta. Y con el deseo de trascender en modo turbo se acabaron decantando por mostrar su lado melódico sin abandonar una pose y una chulería que siempre han sido puro y duro rock & roll.
Su gusto por las gafas de sol y por ese encorvarse al son de un ruido infernal son cosas de otros tiempos. Es imposible no recordar a esa Velvet a la que mencionábamos, aunque no es su única referencia. Ahí está el surf rock, el punk ramoniano, la música de los 50, The Cramps, el ruido narcótico de Spacemen 3, el ritmo motorik de Neu! o el krautrock de Can, el primitivismo adhesivo de Bo Diddley... Tantos modelos, y sobre todo tan buenos, no podían traer nada malo. Será por eso que lo de los escoceses se pega a la piel y al alma. Hasta el punto de no poder dejar de cantar sus canciones, de no poder parar en cuanto reconocemos el primer acorde. Pasaba con muchos grupos enormes antes de ellos, pero para nada nos esperábamos que nos pasara con ellos ahí en mitad de los 80, cuando creíamos que todo estaba inventado y que nada podía sorprendernos ya más.
Pues lo hicieron y no fue fácil. Tuvieron que pasar por varios cambios de formación y abandonos traumáticos, empezando por el de Bobby Gillespie a la batería y un bajista del que ya nadie se acuerda, después de su primer disco. Ahí tuvieron que reinventarse y vaya si lo hicieron. Como dúo se agenciaron una caja de ritmos y unos sintetizadores y publicaron un par de discos. Después volvieron al formato banda, pero siempre teniendo claro desde entonces que el núcleo duro lo formaban los hermanos Reid, iniciadores del proyecto y cabezas pensantes que nos han dejado siete discos rutilantes y una caterva de singles y EPs que ya quisieran muchos.
Quizás no innovaran, pero mezclando ingredientes encontraron una fórmula que cientos han tratado de imitar. Por eso me pregunto si será verdad eso de que no inventaron nada nuevo o es que lo suyo, por simple, no se le había ocurrido a nadie. Pensemos en ello.
UN DISCO
Psychocandy (1985)
Un disco idolatrado y eterno compuesto por elementos simples que juntos poseen una pegada salvaje. Aparte de la distorsión, destaca el modo de cantar entre dejado y demente de Jim Reid y la batería mínima y cruda de Bobby Gillespie. Todos estos elementos hacen que su sonido parezca como si estuvieran tocando en el piso de enfrente con las puertas cerradas y el volumen al máximo.
Será por eso que, a pesar de una dulzura melódica más que evidente, el disco puede ser imposible de tolerar por parte del oyente medio. Y cuando un disco requiere un cierto nivel de compromiso con la música, no puede ser malo.
EN DIEZ CANCIONES: Noise and Candy
1. "Just Like Honey" (1985)
El ritmo robado a esa "Be My Baby" (The Ronettes, 1963) introduce la que pude ser la canción más señera de la banda. A pesar de su carácter underground llegó a incluirse en la banda sonora de una película tan sonada como Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003). Lo que siempre me ha encantado, aparte de cómo combina la dulzura y la perversión, es que no representa muy bien el sonido del disco que abre. Eso la hace distinta y terriblemente atractiva.
La canción con la melodía más dulce en Psychocandy (1985) aparece recorrida por una anaconda eléctrica que la hace parecer lo que no es. A pesar de todo el ruido que forma mantiene su encanto con una elegancia y una autoridad que siempre la van a hacer una de mis favoritas del grupo y de los 80.
3. "Darklands" (1987)
Cambio de tercio brutal. De la electricidad desbocada y casi sangrante a la placidez, la ensoñación y la bruma de un segundo álbum que se abre con esta canción, la que lo titula. Un viaje por paisajes nublados y de una belleza atemporal e incomparable.
4. "Happy When It Rains" (1987)
Y con esta canción nos encontramos con la lluvia que esconden las nubes que mencionábamos. Una lluvia que se torna en algo gozoso y capaz de contagiar una alegría que roza la euforia. Siempre he pensado que la felicidad suena exactamente como esta canción.
5. "Head On" (1989)
La canción estrella de Automatic (1989) es el ejemplo perfecto de que se puede hacer música pegadiza, eufórica, inmaculada y adhesiva usando un par de máquinas y un par de guitarras. Más que posiblemente la canción más conocida del grupo, versionada por los Pixies, ahí es nada, y uno de sus pasaportes más rotundos hacia la eternidad.
6. "Something I Can't Have" (1993)
Este single no incluido en ningún álbum es un ejemplo más de cómo construir una canción perfecta. Una melodía tan bonita que da rabia y unos arreglos simples y acertadísimos dan como resultado otro himno si no se lo hubieran guardado para un EP haciéndolo más inaccesible para el gran público. El sorpresón que no nos esperábamos.
7. "Sometimes Always" (1994)
Una de esas colaboraciones que salen más que bien. Hope Sandoval (Mazzy Star) hace dueto con Jim en uno de esos temas inolvidables en los que la química del dúo supura por todas partes para fabricar un himno que está entre las canciones más reconocibles y queridas del grupo dentro de un disco que no fue acogido como la octava maravilla, todo hay que decirlo.
8. "Cracking Up" (1998)
Para mí el último clásico del grupo. Un riff de bajo espectacular, más que por su fraseo, por el sonido que le sacan, y esa dejadez cantarina marca de la casa consiguen que el tema se nos pegue para siempre desde que empieza a sonar.
9. "April Skies" (1987)
Volvemos atrás, a Darklands (1987), para empezar a cerrar el círculo con otro homenaje a esa Escocia que vio nacer al grupo. Si los cielos de abril en esa tierra son como dice esta canción, hay que verlos como sea. La palabra precioso se debe reservar para cosas como esta.
10. "Never Understand" (1985)
Y cerramos el círculo volviendo al principio. "Never Understand" creo que es el cierre perfecto porque encapsula todo lo que ha hecho grandes a J&MC. Ruido sin medida y melodía infinita para invitarnos a escuchar y cantar, a saltar y vibrar. Eso es algo que siempre van a conseguir estos chicos. Simplemente lo derrochan y no lo pueden evitar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario